43.

52 13 0
                                    

JEREMY

Durante el trayecto a la clínica, Samantha parece absorta en el terror que la recorre. Su piel palidece tres tonos y sus ojos observan con terror su entrepierna.

Le hablo, le pregunto cómo se siente, si le duele algo, pero no me escucha. No parece estar presente y me divido en dos para poder prestar atención al camino y estar al tanto de ella.

Cuando llego a la clínica, grito por ayuda y la guío hasta el área de emergencias donde una enfermera la ayuda a sentarse sobre una silla de ruedas. La llevan de emergencia para examinarla, me fijo bien que el líquido entre sus piernas no sea sangre. Gracias a Dios no lo es, parece como orina, pero no sé exactamente qué sea.

Estoy de aquí para allá, esperando saber de ella. Llamo a Amanda y me informa que vendrá de inmediato con Leonard, me pide que no les diga nada a sus padres hasta asegurarnos de que estarán bien.

Porque lo estarán. Tienen que estarlo.

― ¡Jeremy! ―escucho el llamado de Amy y me uno en un abrazo fuerte y tembloroso con ella ―. ¿Has sabido algo de ella?

Leonard está atrás enmudecido, con los ojos llenos de pánico.

―No, no lo sé. Parece que botó un líquido por la entrepierna, parecía orine pero... yo...

Me callo porque la ansiedad me está carcomiendo. Y la culpa, la jodida culpa. Porque si algo le llega a pasar a ella o al bebé va a ser por mí y por mis malditas inseguridades.

― ¿Qué rayos sucede? ¿Por qué están en la clínica? ―escucho a mis espaldas y me enderezo en mi puesto, volteando a verle.

―Dylan ―suspiro y eso parece asustarlo―. ¿Cómo llegaste aquí?

―No lo sé. Solo sé que estaba un segundo en tú casa y al siguiente aparecí aquí ―responde―. ¿Qué sucede? ¿Y Samantha?

―Familiares de Samantha Grayson ―habla una enfermera y todos nos acercamos a ella.

―Somos nosotros ―habla Amanda, nerviosa―. Soy su hermana, Amanda Grayson.

―Ella se encuentra estable en estos momentos. Le hicimos los chequeos correspondientes y se encuentra bien. El líquido que vieron en su entrepierna es líquido amniótico que está perdiendo, es por eso que debemos hospitalizarla ―nos explica y suspiro, aliviado. Aunque no sé en qué afecte la perdida de dicho líquido―. Tenemos que hacerle la maduración pulmonar al bebé ya que aún le faltan unas cuantas semanas de gestación. Es muy probable que el pequeño nazca antes de lo previsto.

― ¿Tiene que estar hospitalizada de aquí al parto? ―pregunta Leonard y la enfermera asiente―. ¿Podemos pasar a verla?

―Por supuesto. Así ella les dice qué necesita. Serán unas semanas bastante largas y necesita del apoyo de todos ustedes.

―Vamos, ¿tú vienes, cierto? ―pregunta Amanda, viéndome.

―Pasen ustedes primero ―les digo, tomando asiento―. Necesito calmarme un poco.

―Está bien ―murmura ella, no muy convencida.

― ¡Que susto! ―exclama Dylan, dejándose caer a mi lado―. ¿En qué momento sucedió?

―Discutimos y ella salió molesta de mi casa. La seguí y vi cómo se mojaba su entrepierna y se paralizó por completo. Tuve que traerla para acá porque no sabía que significaba eso.

― ¿Discutieron? ¿Por qué? ―pregunta, frunciendo el ceño evidentemente confundido.

Lo miro y él relaja sus facciones, suspirando.

Solo pido un día más © SPUDM #1 |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now