»Capítulo 5«

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 DYLAN

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 DYLAN

El día de la celebración había llegado. Había notado a Samantha un poco ansiosa y nerviosa, su lado perfeccionista seguro haciendo mella en su interior.

Revisé que no faltara nada y suspiré cuando me di cuenta de que no compré las cervezas. Una reunión familiar sin alcohol, no es una reunión familiar.

Respiré hondo y me acerqué, abrazándola por atrás. Ella brincó del susto y se rio, nerviosa.

—Amor... lo siento, se me olvidó comprar las cervezas —le dije, besando su mejilla—. No te preocupes de todas formas, iré ya mismo a comprarlas.

—Está bien, no hay problema —respondió y suspiró—, pero antes... Debo hablar contigo de algo. Solo... prométeme que no te vas a molestar, ¿sí? —agregó, encarándome mientras jugaba con mis cabellos.

—Haré mi mejor esfuerzo —traté de sonar convincente, pero sé que no lo logré del todo cuando ella volvió a suspirar.

—Rick me escribió ayer. Se está presentando una grandiosa oportunidad para la empresa y me necesita allí —comenzó y me partió el alma verla tan insegura.

Sin embargo, eso no evitó que la molestia empezara a surgir en mi cuerpo. Ese gran hijo de p...

— ¿Cuándo? ¿Ahora mismo? —pregunté y ella afirmó, dubitativa—. ¡Pero si estás de vacaciones! ¿Por qué no le pide eso a Leonard?

—Porque... pues, me quiere a mí allí —respondió, un tanto a la defensiva y separándose de mí—. ¿Cuál es el problema? Es dinero que podríamos usar para la boda, cielo.

— ¿Tienes que viajar? —Pregunté entre dientes y ella afirmó con la cabeza de nuevo—. ¿A dónde?

—A Alemania —su voz sonó pequeña e insegura.

Me reí con ironía, negando con la cabeza. Claro, Rick Martin quería tomar terreno y ¡y sabía cómo hacerlo el muy idiota!

—Por supuesto que aceptaste sin pestañear. ¡Hasta él sabe cuánto te gustaría ir para allá! No es tonto, Samantha. ¡Tú lo eres! Por creer que esto es genuino. ¡Le gustas a tu maldito jefe! —grité lo último y Samantha jadeó, ofendida.

— ¿Me acabas de llamar tonta? —inquirió sin poderlo creer y yo maldije en voz baja, arrepentido de mi elección de palabras.

—Lo siento, no era lo que quería decir. ¡Mierda! —Exclamé, cubriéndome el rostro con las manos—. Es que me molesta que seas tan ingenua. Sabes por qué lo hace, ¿acaso te aprovechas de eso?

— ¿Qué estás queriendo decir, Dylan Ernest Reeves? ¡Es mi trabajo! Tú a mí no me vas a decir qué hacer o no. Si yo quiero tomarlo, lo tomaré.

— ¿Por qué no le preguntó a Leonard? Él está llegando de vacaciones —le recordé y ella gruñó, frustrada—. Porque sabe que te mueres de ganas de conocer Alemania.

Solo pido un día más © SPUDM #1 |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now