»Capítulo 29«

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Hoy es el día

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Hoy es el día. Vamos llegando a Boston, Massachusetts. Jeremy se nota ansioso y, un tanto, preocupado. Se mueve con rapidez y toma nuestros bolsos para bajarnos del avión y hacer todo el proceso de desalojo.

Cuando estamos fuera del aeropuerto, detiene un taxi y me abre la puerta para dejarme pasar primero.

—¿Qué tal el viaje? —pregunta luego de indicarle la dirección al taxista.

—Bien. Me encanta lo bonito que se ve todo desde las nubes —respondo y él sonríe, afirmando en acuerdo—. ¿Cómo te sientes?

—Solo... solo quiero ver a mi abuela —responde y no me pasa desapercibido la forma en la que mueve la pierna de arriba abajo.

Mi mano viaja a la suya, que reposa sobre su pierna y me mira.

—Estoy aquí —le recuerdo, sonriéndole para animarlo un poco.

Él me rodea los hombros con su brazo y me atrae a su pecho, abrazándome. Me besa la cabeza y murmura un "gracias". No puedo negar que se siente bien este gesto y le devuelvo el abrazo.

Jeremy me necesita y lo aprecio demasiado. Ahora no sé cómo sería mi vida sin él. Así que aquí estoy, dándole el mismo apoyo que él me brinda a mí.

Cuando llegamos, él observa hacia la casa con algo de escepticismo. "Solo será un fin de semana, estaremos bien" quiero decirle pero a veces las palabras no son suficientes.

La casa es de techado triangular color café, paredes blancas y hay que subir unas tres escaleras pequeñas para estar frente a la puerta.

Espero a que se sienta listo, sin presionarlo, y me mira cuando toca el timbre y le sonrío. La puerta se abre y una señora de ojos azules y cabello un tanto canoso aparece, su mirada iluminándose cuando ve a Jer y sonríe con emoción.

―Estás de vuelta ―susurra y cubre su boca, riendo de felicidad―. ¡Estás de vuelta, hijo!

Suelto la mano de Jeremy cuando ella lo estrecha en sus brazos, notando que él se tensa ante el acto y le devuelve el gesto con un poco de torpeza.

―Tu padre va a estar contento de verte. ¡John, nuestro hijo está en la casa! ―grita.

El padre de Jeremy se encuentra con nosotros y es donde un pequeño brillo de molestia cruza la mirada de mi amigo. Se aleja para darle a entender que no quiere de su afecto y el señor solo afirma con la cabeza.

―Pues... bienvenido ―es lo único que dice.

―Pasa, cariño. Tu habitación está como la dejaste, no sabía que venías con tu novia. Un placer, soy Susan Martin ―dice, estrechando mi mano.

¡Espere! ¡Espere!, pienso. Me sonrojo y trato de no verle directamente a los ojos.

―Solo somos amigos ―aclaro, sonriéndole―. Un placer, Samantha Grayson.

Solo pido un día más © SPUDM #1 |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now