II

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Todos los grupos empezaron a salir de la cueva lo más rápido que podían. Se podía apreciar la desesperación en la cara de algunos, mientras que otros parecían disfrutar lo que estaba pasando, una mirada entre satisfacción y ansiedad.

Cuando logramos salir a la superficie, nos encontramos con un sol abrazador que nos evaporaba hasta la mas mínima lagrima. Luego de tanto tiempo en la oscuridad costo mucho lograr acomodar la vista y seguir nuestro camino.

El terreno parecía normal, un paisaje hermoso y tranquilo. Con una parte con prados bien verdes, completos de flores y abejas que daban la sensación de que estabas en un paraíso, mientras que del otro lado había nieve, un manto blanco cubría desde el suelo hasta los arboles. Una sensación extraña recorrió mi cuerpo en el momento que vi tanta nieve, incluyendo la montaña que apenas se le veía el final. Gracias al cielo optaron por ir por el prado, ya que la comida iba a ser uno de los primeros desafíos.

Los animales escaseaban. En el camino no encontramos más que cuatro o cinco ovejas, y tampoco nos podíamos dar el lujo de buscar mucho ya que el estrés de saber que cualquier cosa te puede hacer daño era insoportable.

Mi falta de comunicación daba problemas a la hora de avisar amenazas o posibles beneficios para el grupo. Por más que intentara, no podía hablar y era algo que me desesperaba, no sólo a mi, sino también al Team.

—¡¿Lo vieron?! Tres ovejas se escaparon, y yo se que vos las viste. ¿Qué, acaso quieres que pasemos hambre? Que sucia eres.— No paraba de gritarme y tirarme golpes a lo loco. Estaba asustada y negaba con la cabeza, pero no se detenía.

Los otros integrantes miraban la situación como con gracia, menos el otro chico que no era original del grupo.

—Ahora serví para algo y anda a buscar comida más lejos de aquí. Si no conseguís mínimo un stack de comida ni vuelvas. Inútil.— Me ahuyento con la mano y se fueron. Estaba desesperada, el sol cada vez bajaba más y era peligroso andar sola por ahí. Si me encontraba con un mob u otra persona sin siquiera tener una espada o una armadura, estaba muerta.

Como pude me hice una espada y un pico de piedra. Busqué hasta en el más mínimo rincón y lo logre. Tenía 64 en total de comida, también había logrado conseguir carbón y hierro en unas minas no muy profundas.

Me sentía victoriosa, sin contar de que había matado a un zombie sin recibir un rasguño. Mi cuerpo se sabía mover muy bien al compás de la espada, como si supiera lo que hacía, como si en un pasado lo hubiese hecho de maravilla. Un mini flashback del rostro de una persona paso por mi mente al pensar en buenos luchadores, aunque no le preste demasiada atención, ya que ahora el problema era volver a la base.

Al llegar a las coordenadas que me habían mandado noté que estaban escondidos en una cueva. Habían tapado la entrada y hasta la mitad, para evitar que entren mobs de algún tipo. Algo muy inteligente de parte de ellos.

Apenas me vieron me exigieron la comida, la cual le di de manera inmediata.

—Bien, parece que vas a servir de algo después de todo. Pero algo no entiendo, tienes una espada de hierro, ¿de dónde lo sacaste? Y lo más importante, ¿Por qué lo utilizaste sin nuestro permiso?—

Me quedé helada, ¿acaso también le tenía que pedir permiso para respirar? No alcance a reaccionar que la chica que arrojó hacia mi y me tiro al suelo.

Auron me revisó completa y me sacó todo lo que había conseguido. Mi armadura, mis herramientas, mi comida y el carbón, todo.

—A ver si así aprendes a compartir, perra.— Me dijeron que me vaya hasta una esquina y me quedara ahí sin molestar.

No podía hacer nada más que llorar, mientras pasaba hambre y veía como se repartían mis cosas entre ellos. Sentía impotencia, quería agarrar y matarlos uno a uno pero no podía. Eran mi nueva "familia" y no tenía oportunidad contra ellos sin nada que me proteja.

Pasaron las horas y ya era muy tarde. Tenía demasiada hambre como para dormir, pero por dentro estaba cansada.
Estaba en mi mundo cuando veo a Ibai acercándose. Tenía miedo, ¿Él también iba a burlarse?

—Ten, un poco de comida. Se que te esforzaste mucho por conseguirla y no es justo que pases hambre. Lo otro no te lo puedo dar, ya que te voy a meter en problemas si por casualidad te echan la culpa de que robaste.— Se sentó a mi lado y me dio comida. Trate de comer lo más tranquila que pude para no parecer desesperada.

—Nadie sabe tu nombre, tampoco te lo preguntaron. ¿Cómo te llamas? Se que no me vas a contestar ya que no hablas, pero tal vez el simple hecho de que te lo pregunten puede ser bonito.— Sentía mi estómago revuelto. ¿Cómo una persona tan buena podía estar en este grupo por decisión propia?

Escribí mi nombre en la tierra del suelo "A n a h í s". No se notaba demasiado pero el lo entendió. Me dijo un suave "un gusto" y se fue nuevamente.

Mi corazón dolía pero su presencia me había reconfortado un poco, luego de tantos maltratos y malos momentos, la vara no esta demasiado alta y la mas mínima muestra de cariño, puede significar el momento mas bello.

Los días pasaban y la situación no cambiaba para mi. Al menos tenía herramientas y armadura de hierro, pero esas cosas no me protegían de las palabras.

"No buscaste el trigo", "No arreglaste la casa", "No acomodaste los cofres". Queja tras queja durante las 24 horas del día. Estaba cansada, tanto mental como físicamente, no dormía por miedo a que alguno enloqueciera y quisiera matarme, lo que veía muy probable.

Ese día habíamos salido de caza no muy lejos de la nueva base que habíamos formado. La nueva casa quedaba lejos del spawn ya que lo que menos queríamos era toparnos con gente.

Por más que fuera de día, en el bosque a la sombra de los árboles quedaban monstruos vivos, por lo que íbamos con cuidado y atentos.

Todo pasó muy rápido, una explosión a mi lado me quito casi todos los corazones de un momento a otro, quedando sólo a medio.
No entendía que pasaba, los chicos venían gritando preocupados ¿Por mí? No, por supuesto que no. La explosión nos había agarrado tanto a mi como a Biyin dejándonos en las mismas condiciones.

Nadia había notado a un esqueleto en la sombra, que estaba listo para disparar. Yo lo noté unos segundos antes de que disparara una flecha hacia ella. Sin pensarlo dos veces me puse por delante. No había comido, y esa flecha termino con mi poca barra de vida.

Se escuchó el sonido escalofriante que sonaba cada vez que alguien perdia una vida, segundos después mi nombre apareció en el cielo.

Dos de tres vidas.

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