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Los días iban pasando y las cosas mejoraban. El ambiente entre los chicos al principio era tenso, pero ya se había calmado.

Mi trabajo en el grupo no era muy diferente a lo que hacía en el otro, pero todo mejora cuando hay un buen trato de por medio.
La mayoría del tiempo estaba con Missa, ya que él casi no salía de la casa por el hecho de tener una sola vida y no ser demasiado bueno para pelear.

La relación con los chicos igual había mejorado. Rubius era una persona totalmente humorística, contó como una anécdota graciosa que había perdido una vida por querer hacer un waterdrop y otra por una araña venenosa; Shadoune era amable y buen compañero, pero mucho más duro y mandon que Rubius y Quackity. Este último ponía el ambiente familiar siendo super cariñoso y divertido con todos. Él fue el primero en dejar de tratarme como un impostor.

Un caso totalmente opuesto era mi relación con Spreen. Él desconfiaba hasta de como agarraba el tenedor a la hora de comer. No me dirigía la palabra casi nunca, más que para explicarme como hacer algo.
Daba miedo, mucho, pero se notaba que ese trato era sólo conmigo. Con los chicos no era tan duro, era amable e incluso cariñoso con Missa. El mejor compañero que había, si el tenía algo, se aseguraba de que todos lo tuvieran para recién quedárselo. Sin duda era un grupo unido, y cada vez me sentía más parte.

Cabe aclarar que estas actitudes buenas eran sólo entre ellos cinco. Afuera eran bestias inhumanas, podían acabar con la vida de alguien sin siquiera dudarlo.
Había sido testigo de la muerte de 3 personas en las semanas que había estado con ellos. Aunque si es verdad que ninguna fue porque si, todas fueron porque vinieron a molestar antes, amenazando a Spreen o a algún integrante.

Esa mañana me encontraba en la sala de hornos, quemando todos los minerales en bruto que habían conseguido los chicos en esos dias, cuando llega Missa corriendo.

—¡Hey! Te tengo un regalo, cierra los ojos.— Como no me podía negar le hice caso y me tape los ojos con una mano.

Sentí como dejaba un libro en mi mano libre. —Ahora si, mira. Espero que te guste.— Al abrir los ojos vi un cuaderno no muy grande de color marrón, algo que se distinguía era una A grande en el centro de color rosa.

En la primera página había una foto de nosotros dos. La habíamos tomado dos dias después de mi llegada.

—Una de las barreras más grandes por ahora es tu falta de habla. No estoy diciendo que hables, pero si me gustaría poder comunicarme más a fondo contigo. Ahora vas a poder escribir ahí lo que quieras decirme o contarme. Se que debes tener algún chismesito guardado por ahí.— Se acercó y comenzó a hacerme cosquillas. Por primera vez me reí de verdad mientras nos correteabamos por todo el lugar hasta que llegó Shadoune.

—¿Se puede saber que hacen los dos? Missa, te dije que cuides a las ovejas y están todas sueltas por el patio. Llega a caer lluvia ácida y nos quedamos sin ovejas. Y vos, el mineral lo necesitamos para nuevas herramientas y por lo que veo en el cofre no llevas ni medio stack.— Nos miramos con Missa y escribí mi primera cosa en el cuaderno, mostrandoselo al francés.

—"Aguafiestas" ¿Enserio lo primero que me decís fuera de un si y un no con la cabeza es aguafiestas? Ay mi corazón. Me vas a hacer perder mi última vida.— Se alejó hacia la puerta agarrándose el pecho, como si estuviera sufriendo. —Bueno, ahora enserio. Missa las ovejas, vos hierro. Ah, por cierto, hoy me vas a acompañar a pescar para ver si conseguimos más encantamientos. Apenas termines búscame en la sala.—

Se fue y Missa fue tras él. Continúe cocinando lo que me quedaba y en menos de una hora ya tenía todo listo. La idea de Spreen de cocinar con la lava era super eficiente, no gastabamos nada de carbón.

Apenas terminé salí casi corriendo de la sala donde estaba para ir al comedor. En el camino pase por la habitación de Quackity y noté que estaba bailando y cantando mientras limpiaba. Saqué una pequeña cámara de fotos que me había dado Rubius y le saque una foto.
Apenas estuvo impresa se la pase por abajo de la puerta y salí corriendo.

—¡Hey! No mamen culeros, dejen de espiarme.— Apenas dijo eso pegó un portazo que posiblemente se enteró hasta Ari que estaba en la otra punta del lugar.

Cuando llegué Shadoune me estaba esperando en la mesa, agarramos nuestras cañas y fuimos hasta un lago que no quedaba muy lejos.
El lugar era muy lindo. Como no muchas personas sabían su existencia no se escuchaba más que naturaleza, hasta que mi compañero habló.

—¿Por qué no hablas? Disculpame si es algo íntimo pero por lo que entendí, si puedes hacerlo.— Lo mire incrédula, pensando como quería que le conteste hasta que recordé el cuaderno.

Clave la caña en el suelo y escribí en el cuaderno lo más prolijo posible, lo cual era complicado ya que no había una zona totalmente lisa para apoyarlo.

—"No lo sé realmente. Lo intento pero cada vez que quiero hacerlo me da miedo, un pánico terrible y la sensación de que si lo hago, pongo en peligro a alguien." Ouh, comprendo. Otra pregunta, ¿crees en las vidas pasadas?— Negué con la cabeza. En este último tiempo había pensado en esa creencia, pero no me gustaría realmente vivir en un bucle. Sería realmente doloroso no llegar a esa paz infinita, como que siempre hay un después y pierde la gracia el hecho de vivir.

—¿No? Yo soy un fiel creyente. Incluso mi relación con los chicos sentí la famosa conexión. Obviamente con unos más que otros, pero se que los conozco. Desde mi punto de vista tu miedo a hablar puede venir de algo que te pasó en tu vida anterior, que te marcó tanto que lo trajiste a esta vida tambien.—

Esa frase la lleve en la cabeza todo el día. Quería darle una razón lógica a mi miedo, pero lo más cerca que estaba era una teoría de vidas infinitas y no se que más.
Durante esa noche, no se si fue que eran las tres de la mañana y mis neuronas ya estaban muy quemadas, un sueño u otra cosa pero tuve pequeños flashbacks.

Nieve, yo gritando y riendome, un chico que no conozco, una avalancha, ¿Shadoune?

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