3: Conformista

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De algo que estaba segura en mi vida es que Pablo Páez era la persona correcta en el momento equivocado, o en la vida equivocada, siendo él mi lección de vida de que no se puede tener todo lo que una desea.

Sin embargo, me gustaba pensar que si se tenía que dar se dará, y sino me conformaba con autoconvencerme que llegaría otro amor, que Pablo seguiría siendo mi mejor amigo, el chico el cual me había enseñado como quiero que me traten y como quiero que me quieran y me cuiden, que llegaría otro amor que fuese mutuo.

Me encontraba en la ducha, intentando canalizar mis sentimientos, sentía una tristeza muy grande y a la vez enfado por el comentario desafortunado de Pablo ayer, había sido un golpe bajo ha mi autoestima. Cierro el grifo de ducha, una vez fuera, me seco las lagrimas con la palma de la mano, lo peor de todo es que no había recibido ningún mensaje de él.

Me seco el pelo con el secador, me rodeo con la toalla para ir hacia mi habitación, voy revisando las cosas que tengo que hacer hoy mentalmente, abro la puerta de mi habitación y solo puedo ver una nike airforce blancas me asusto llevándome la mano al pecho, se de sobra de quien son.

Pablo está sentado en la cama mirándome, cuando me doy cuenta que lo que está mirando es la toalla que rodea mi cuerpo me sonrojo, éramos mejores amigos pero no a este nivel de confianza de casi ver al otro desnudo.

Yo también me permito observarle, tiene el pelo revuelto de recién levantado, ojeras bastante notables y va en su chandal de andar por casa, su mirada va lentamente de la toalla a mi cara.

- Perdón- Pablo aparta la mirada de repente al notar mi incomodidad, se levanta y pasa por mi lado para salir de la habitación, yo me hago a un lado para dejarle pasar por el pequeño pasillo que forma mi habitación, pero no coordinamos bien y nos chocamos, yo agarro con fuerza la toalla para que no se caiga.

- Perdón- le digo sin mirarle a la cara, noto como se queda un par de segundos quieto a mi lado y a continuación sale de la habitación.

Me cambio rápido, poniéndome un vestido pegado básico de asas que me llega por debajo de las rodillas de color gris, me dejo el pelo suelto y voy hacia el salón donde estaba Gavira. Al conectar nuestras miradas noto un ligero rubor en las mejillas de él.

Recuerdo el por que estamos así de callados, el por que me siento tímida y un poco incómoda al tenerlo delante mía pasando de la vergüenza del momento de antes al cabreo.

-¿Necesitas que te lleve a algún lado?- le pregunto indiferente, no podía dejar que mis sentimientos hicieran que me olvidara de lo mucho que me dolió su comentario. Puedo notar dolor y arrepentimiento en su lenguaje corporal, se levanta del sofá  acercándose a mi, yo doy un paso para atrás poniendo distancia haciendo frenar sus pasos.

- No hagas esto Alicia - me pide dolido, apoyo las manos en las caderas dándole pie a hablar. - siento mucho mi comentario, de verdad, pero es que lo malinterpretaste.- como siempre el orgullo de Pablo era más grande que sus disculpas, no podía no decir la puntilla.

- o tú no te explicaste bien.- replico, el suspira controlando su carácter, por que de algo si podía estar orgulla, yo era la persona capaz de amansar a Pablo Paez Gavira, nadie más podía conseguir en una discusión con él que no se alterase o que no perdiera los papeles. Vuelve hacia el sofá donde se sienta derrotado.

-El punto es que lo siento.- se disculpa, aunque no me mira a la cara por lo que me acerco a él, quedando de pie enfrente suya, el conecta sus ojos con los míos, hizo un leve puchero sacándome una sonrisa, niego con la cabeza y le remuevo el pelo.

- Esta bien, te perdono- le digo, me sorprende cuando me abraza por la cintura y pega su cabeza a mi, haciendo que se me revoloteen las mariposas del estómago y formando esa satisfacción tan grande en mi estómago.

Charm | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora