CAPITULO 8

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Desperté a mitad de la noche oyendo un suave sollozo, al parecer era el único con el sueño lo suficientemente liviano como para escuchar cómo Gemita intentaba ahogar su llanto debajo de la almohada que nos habían dejado en cada una de las camas que la organización puso a nuestra disposición aquella jornada.

Me levanté de mi cama y me senté sobre el colchón de la chica para hablarle en voz baja sin molestar a los demás.

—¿Todo bien? —le pregunté, sin encontrar mejores palabras para acercarme a ella.

La chica de cabello rubio y ojos tristes me observó fijamente al rostro, con las cejas arqueadas me dio a entender que mi pregunta había sido tan estúpida como lo supuse, ciertamente nada estaba bien.

—Cada día vemos a nuestros amigos morir sin poder hacer nada por evitarlo —dijo, sincerándose conmigo—. No solo eso, nosotros mismos los sentenciamos a muerte cada vez que ganamos uno de los juegos...

Su voz pareció quebrarse justo al final de la frase, y decidí que era momento de interrumpirla.

—No deberías cargarte de una culpa que no te corresponde —dije en un tono más grave de lo que había pretendido—. Todos los participantes sabíamos que había chances de jugarnos la vida en estos juegos, por eso vinimos los que nos sentíamos más preparados para afrontar esta situación.

—Ayer me ayudaste con una de las preguntas... ¿Por qué no hiciste lo mismo por Rivers?

Tragué saliva. Si bien no quería arriesgarme a alguna penalización por trampas, la realidad era que en ningún momento se me pasó por la mente ir en contra de Axozer, a causa del fanatismo que tenía por él.

—Tuve miedo —respondí finalmente—. Esto va a sonar un poco raro para vos, pero para mí tu seguridad es lo más importante... y no me jugaría la vida por ningún otro participante.

Ella sonrió junto a un gesto extraño, el nerviosismo que sentí al pronunciar aquellas palabras no me permitía saber si había sido claro en lo que quería decir, pero al ver que mi acompañante había reemplazado el llanto por una sonrisa confundida me sentí satisfecho.

—Bueno, a decir verdad yo... —La entrada de dos guardias al recinto interrumpió lo que Gemita estaba por decir.

Casi como por acto reflejo, nos tumbamos en su cama como dos niños fingiendo dormir bajo la mirada de sus padres, aunque al parecer, nuestra presencia ya había sido detectada, y los dos guardias caminaron directamente hacia nosotros.

—¿Gema? —preguntó uno de ellos.

—¿Reborn? —adivinó la chica al oír la característica voz de su compañero.

—¿Con quién estás?

—Ah, es Greedy —contestó ella mientras yo me levantaba revelando mi identidad.

—Ah buenísimo, ustedes tranqui eh —dijo el otro guardia claramente burlándose de nosotros.

—Spreen —dije yo en tono serio—. ¿Pudieron averiguar algo más? —pregunté desviando la atención.

Fue el mismo streamer argentino el que me contestó.

—Desbloqueamos la puerta que vimos, además de la chatarra que la tapa solo tiene una traba... lleva a un callejón oscuro pero no pudimos ver mucho más adentro.

—Nuestra guardia termina en un par de minutos, y levantaríamos sospechas si nos retrasamos... todos aquí son extremadamente cuidadosos con el cronograma.

Consulté un poco más respecto a los horarios de las guardias, pero al parecer eso era algo que se arreglaba día a día dependiendo diferentes circunstancias. Por ejemplo, Spreen reveló que por su altura había sido requerido para la prueba del día siguiente, la cual no sabía de qué se trataba, pero que, al parecer, eliminaría a la mitad de los participantes.

Gemita y yo nos quedamos mudos. Seis muertes en un solo día dejaría un máximo de solo seis sobrevivientes, lo cual pasaría a significar un estrepitoso fracaso de nuestros planes.

—¿Creen que deberíamos intentar escapar ahora mismo? —preguntó Gemita mirando de reojo la puerta por la cual habían aparecido nuestros guardias amigos.

Reborn suspiró ruidosamente.

—Si os marcháis ahora no solo se pondrían en riesgo vosotros, sino también a nosotros dos, que hemos sido los últimos en entrar aquí —explicó.

—No hay tiempo para pensar —dijo Spreen apresurándonos a los tres—. Pueden correr y rogar por que haya una salida atrás de esa puerta y dejarnos a nosotros acá tirados... o pueden jugar mañana y volver con más tiempo... pero ser solo seis.

Miré a Gemita sin saber qué responder, el tiempo se acababa segundo a segundo y si bien ninguna de las opciones parecía segura, el incesante andar del reloj nos obligaba a tomar una decisión apresurada.

—Lo haremos mañana —dijo una voz con la cual no contábamos—. Ahora es demasiado arriesgado y sería imposible mover a todos en el lapso del cambio de guardia.

Karchez se había colado a la conversación con las palabras más sensatas que cualquiera de nosotros podía decir, los allí presentes callamos acordando con él.

—Pues está decidido —dijo finalmente Reborn—. Debemos marcharnos, volveremos mañana a la madrugada para recoger a los que sobrevivan...

Aquellas palabras sonaron más fuerte de lo que el hombre hubiera deseado y pareció notarlo cuando ya era demasiado tarde, porque simuló una risa calmada junto a su deseo de buena suerte para intentar darnos ánimos justo antes de retirarse.

Gemita, Karchez y yo nos quedamos allí en silencio, incapaces de volver a conciliar el sueño hasta la hora del amanecer. El nerviosismo en general de las circunstancias que estábamos viviendo no eran nuestra única preocupación, ahora cargábamos con la responsabilidad de hacerle conocer al grupo las malas noticias: la mitad de los que allí estábamos morirían al día siguiente, y nosotros mismos habíamos decidido que era la mejor opción, antes que intentar escapar los doce.

Obviamente ninguno de nosotros sabía si aquella decisión había sido la correcta, y pese a lo que le había dicho a Gemita pocos minutos atrás, ni siquiera yo estaba seguro de no ser responsable de las siguientes muertes luego de nuestra determinación. En mi interior, abandonar a un total de veintiséis personas solo para salvar a ocho, no era distinto a llegar hasta el final de los juegos y que solo sobreviviera uno.

Estos pensamientos invadieron mi corazón hasta que el cielo comenzó a aclararse, y solo en aquel momento, mis párpados se volvieron tan pesados que no me permitía mantener los ojos abiertos. Me dormí pocos segundos después, cuando el barullo de las aves de la mañana fue más fuerte que las mismas voces dentro de mi cabeza.

Los Juegos del Streamer -2- (fanfic)Where stories live. Discover now