CAPITULO 11

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En un principio, ninguno de los allí presentes había comprendido en su totalidad la magnitud de la frase con la que nos había recibido nuestro anfitrión enmascarado. Pero al explicar las reglas del último juego, todos parecimos reaccionar a la vez.

La prueba consistía en una especie de Among Us adaptado para la vida real. No tendríamos la necesidad de hacer tareas como en el videojuego, pero sí había un impostor en nuestro equipo, y entre todos debíamos descubrirlo basándonos en nuestra intuición y evidencias.

Sin embargo todos habíamos ignorado algo que se puso de manifiesto rápidamente: el impostor no sería alguien elegido al azar, sino que se trataba de alguien que siempre había estado ahí. Uno de nosotros era el culpable de todo lo que habíamos vivido. Uno de nosotros era un infiltrado. Uno de nosotros era el perpetrador de tanto dolor y sufrimiento, y ahora teníamos la oportunidad de sacrificarlo para ganar.

Parecía sencillo, pero... ¿Cómo haría yo para convencer a los demás de mi inocencia? Ciertamente era el único desconocido dentro de aquel grupo, un ser irrelevante que desde el inicio sabía lo que podía pasar, y que incluso con una apariencia débil en comparación a los demás, se las había apañado para llegar hasta la final.

Me encontraba en una posición crítica desde el inicio del juego, y cuando el reloj comenzó a correr, caímos en cuenta de que solo teníamos diez minutos para acusar y defendernos todos contra todos.

Por una cuestión de organización y espectáculo, debimos elegimos un lugar en la gran mesa redonda, y apenas tomar asiento se nos dio a elegir un color que nos representaría durante el juego. El primero en escogerlo fue Axozer, quien fue iluminado con un halo de luz blanca, tras esto me apresuré por reservar el color morado, y así uno a uno fuimos coloreando con luces aquella sala oscura.

—Pues yo creo que es obvio ¿No? —dijo Karchez tomando la iniciativa—. Ya oyeron al Calamardo de los cojones ese... solo tenemos que eliminar al culpable, y ganaremos.

—¿Pero a quién votaremos? —preguntó Úrsula evidentemente nerviosa, de seguro ella se sentiría tan desprotegida como yo.

—Yo lo tengo clarísimo, vamos —obvió Karchez—. Solo una persona sabía todo lo que iba a pasar antes de que sucediera —insinuó sin siquiera dirigirme la mirada.

Mi pulso se aceleró rápidamente cuando el muchacho presionó uno de los botones que se encontraba frente a él. Yo había visto aquel aparato con el que daríamos nuestro voto, pero no creí que fuera tan fácil para los demás oprimir los botones con los cuales condenaríamos a muerte a uno de nosotros.

—Yo... —dudó Axozer—. Yo lo siento tío, pero... pienso igual que Karchez.

—¡Pero paren, che! ¡No voten todavía! —me quejé yo—. Al menos usemos bien el tiempo para pensarlo.

—¿Qué hay para pensar? —presionó Karchez—. Sino eres tú lo lamento, pero es la opción más obvia.

Observé nervioso las pantallas donde Reborn y Spreen esperaban una muerte sumamente injusta. Según las reglas de aquel juego, si nuestra votación acababa en un empate ó si triunfaba la omisión, uno de ellos moriría.

—Tenemos tres rondas —dijo Jagger—. En el peor de los casos morirían ellos dos y uno de nosotros...

—Y luego todo el resto —agregó Gemita.

—Pero si echamos al culpable —dijo Karchez señalándome directamente—. Ganaremos y ya... Por favor ¿Quién otro podría ser?

—¡Pues no lo sé, Karchez! ¡No lo sé! —exclamó Gemita alterada.

Los Juegos del Streamer -2- (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora