CAPITULO 116

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- Espero que les vaya bien - alegan sorprendidos y es lo único que comentan sobre Punta Cana.

No nos ponen excusas, pero tampoco se ven tan felices. Me enoja un poco su reacción, deberían estar felices de que me aleje de Nathan. Carlos aprieta mi mano bajo la mesa y me sonríe. La cena sigue y la única que habla como cotorra en mi hija.

Al terminar la cena mis padres piden a uno de sus chóferes que suban los regalos y nos entregan algunos obsequios que trajeron de Canadá.

- Felicidades muchacho - felicita mi padre dándole un abrazo en modo de despedida mientras mi madre solo se despide

- Cuídate mucho Alice - susurra mi madre en mi oído dándome un abrazo.

Mis padres se colocan a la altura de Pey y se despiden de ella dándole un fuerte abrazo. Se toman de la mano y desaparecen del departamento.

- ¿Cuándo nos iremos? ¿Nuestra casa será frente al mar? Haremos muchos castillos de arena - chilla Pey emocionada y sonrió con ternura.

- Tranquila cariño nos iremos la próxima semana -

Se emociona aún más y se lanza a los brazos de Carlos. Al separarse me observa con recelo y luego de los que para mí son siglos se anima a venir hasta mi para abrazarme, siento como sus diminutos brazos rodean mi cintura y mi corazón salta de la felicidad. Le digo cuanto la amo y acaricio su cabello.

- ¿Podemos dormir los tres juntos? - pregunta mi hija sonriendo en nuestra dirección.

- Claro que si cariño - respondo rápidamente

Pey se va a lavar los dientes mientras Carlos viene hasta mí, pone su cabeza en el hueco y mi hombro y besa mi cuello mientras acaricia mi vientre.

- Cuando estés preparada volverá a ver una mini versión tuya y mía aquí - Sonrío al saber que sigue pensando en un futuro juntos, tenía mucho miedo que los problemas que tuvimos lo hayan alejado de mí.

Nos vamos a la habitación y nos acomodamos en la cama y no pasa mucho tiempo hasta que nos quedamos completamente dormidos.

- No te vas a ir a ningún lado – gruñe Nathan apretujando mis brazos y zarandeándome.

- No te estoy pidiendo permiso - susurro con miedo

- No te puedes llevar a mi hija - me empuja contra la pared y gimo de dolor. Me aprisiona contra la pared con más fuerza y quiero defenderme, pero su fuerza y los yesos me lo impiden.

- Nathan suéltame por favor - suplico muerta de miedo.

- Eres mía, vas a estar conmigo siempre ¿lo entiendes? Nos volveremos a ir a vivir a Canadá juntos como cuando nos casamos - gruñe jalando mi cabello hacia atrás para besar mi cuello y lloro de frustración al no poder defenderme ya que su fuerza es mucho mayor a la mía – Despídete de tu amante – farfulla mordiendo mi cuello y grito.

Me levanto espantada y con mi corazón latiendo demasiado rápido, abro los ojos y rápidamente ubico el lugar donde estoy y respiro aliviada al darme cuenta que estoy en mi casa y Nathan solo fue un sueño mejor dicho una pesadilla. Miro a mi alrededor y se me remueve el corazón al ver que Carlos me tiene aprisionada con su brazo encima de mi cintura por un lado y al otro lado se encuentra Pey sosteniendo mi mano. Dejo de moverme para no despertarlos, pero las fracturas me duelen mucho y gimo de dolor.

- ¿Cariño estas bien? - murmura Carlos adormilado.

- Si - logro articular, pero me muero del dolor.

- No me mientas – balbucea sentándose en la cama - ¿Te duelen las fracturas? - pregunta preocupado y asiento. Va a la mesa y trae las pastillas con un vaso de agua. Me ayuda a tomarlas y luego se vuelve acostar a mi lado abrazándome - ¿No crees que sería mejor viajar cuándo ya te hayan quitado los yesos? - pregunta acariciando la curvatura de mi cintura.

Amigo Con Derecho a ¿MALTRATARME?Where stories live. Discover now