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❝ todo lo que puedo decir
es fue encantador
conocerte❞
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si le preguntas a leigh-anne jones
que es lo que más disfruta de su
trabajo te va a responder que es el
ayu...
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El jueves en la mañana Leigh-Anne despertó por el sonido de su celular. Miró la pantalla un tanto adormilada y vio que tenía un mensaje de texto de Harry. Él le estaba invitando a desayunar.
Leigh-Anne se sintió no se sintió del todo sorprendida, después de todo, el castaño estaba al tanto de que se encontraba retomando su vida de poco en poco, él había sido muy paciente para tratar de invitarla a salir, era obvio que en algún punto decidiera hacer esa invitación. La rubia se sintió un tanto indecisa sobre si debía acceder a esa invitación, aún le temía un poco al tener reuniones con sus amistades fuera del departamento donde vivía, pero sabía que no podía ocultarse ahí por el resto de su vida.
Además, Harry había sido uno de los pocos amigos que había estado a su lado durante todo ese tiempo. Él había sido muy amable y paciente con ella, pero Leigh-Anne sabía que él estaba enamorado de ella. Estaba mas que claro que la rubia no sentía lo mismo, aunque lo apreciaba demasiado.
Leigh-Anne reflexionó sobre la invitación de Harry. ¿Debería aceptarla? ¿Sería justo para él si ella lo hacía? Pero también se dio cuenta de que necesitaba empezar a salir de su zona de confort, a pesar de sus miedos.
Finalmente, Leigh-Anne decidió responder el mensaje de Harry y aceptar su invitación. Sabía que no podría enamorarse de él, muchísimo menos cuando ella ya había aceptado sus sentimientos por Spencer, pero estaba dispuesta a dar el primer paso hacia su recuperación y hacia una vida más normal, estaba dispuesta a volver a ser aquella Leigh-Anne que desprendía alegría a donde sea que fuera.
Iba a salir y como se lo había prometido a su terapeuta, intentaría seguir, no se estancaría en el pasado.
Contestó la invitación de Harry y de inmediato recibió un mensaje del castaño indicándole que pasaría por ella en una hora.
Después de tomar una ducha rápida, Leigh-Anne comenzó a arreglarse. Abrió su armario y escogió un vestido fresco y ligero, perfecto para la mañana de verano que se presentaba. Todo iba bastante bien, hasta que se colocó frente al espejo y notó que el vestido dejaba a la vista algunas de las marcas que las electrocución había dejado. No eran tan intensas como semanas atrás, pero aún eran distinguibles y eso hizo que todos los recuerdos volvieran como una enorme ola.
