Extra. Capítulo 1 narrado por William

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La noche estaba en calma y solo se escuchaba el ruido de los cascos de los caballos contra el camino

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La noche estaba en calma y solo se escuchaba el ruido de los cascos de los caballos contra el camino. En el interior del carruaje negro, dormía el joven humano mientras era el turno del vampiro de conducir.

Si el vampiro no se equivocaba, y rara vez lo hacía, se encontraban cerca de la baronía Lovelace, en la frontera con la provincia de Ludwington, donde se encontraba su destino. Si todo iba bien, cruzarían esa misma noche y alcanzarían Rëlsa en una o dos jornadas más.

Pero el destino es caprichoso y nada salió como William planeaba.

Apenas unos minutos después, comenzó a llover, lo que dificultó la visión de los caballos. Incluso la de un vampiro como él se vio afectada. Decidió detenerse junto a la linde de un bosque para cubrir a los animales con mantas.

Ahí fue cuando lo percibió.

La lluvia arrastraba un aroma a sangre. Inspiró hondo y supo que era de una mujer joven. Sus ojos ambarinos vagaron por la espesura, pero no logró ubicarla.

¿Qué hacía perdida en medio del bosque? ¿La habría atacado un animal? Por esa zona había lobos.

"Mueren humanos todos los días, no debo intervenir", se recordó.

William sabía bien cuáles eran las condiciones que la reina de los vampiros le impuso para permitirle vivir en el reino humano de Svetlïa. La más importante era no interferir y pasar desapercibido. Su presencia allí rompía el Tratado de Paz según el cual ningún vampiro podía habitar ni atacar a mortales en su territorio. Durante cuatro décadas, él había cumplido su juramento... con algún ligero desvío. Pero nada que alertara a la reina Anghelika ni a los mirlaj.

No tenía intención de tentar a la suerte por un repentino ataque de piedad.

Sin embargo, se sorprendió cuando transcurrieron los minutos y no se movió del sitio. Con el cuerpo aún vuelto hacia la vegetación, inspiró hondo. Había mucha sangre, demasiada como para que se tratara de una herida leve. La joven no sobreviviría.

Se acercó al carruaje y dio unos golpecitos con los nudillos, pero el humano dentro no dio señales de despertar.

—Iván —lo llamó.

Oyó un bostezo antes de que retirara las cortinas negras y se asomara por la pequeña ventana.

—¿Ya hemos llegado? —preguntó somnoliento mientras se frotaba los ojos.

—No. Necesito que vigiles los caballos. He de ausentarme unos minutos.

El joven reprimió un resoplido y salió del carruaje.

—No tardéis —dijo antes de subirse al sitio del cochero y ponerse la capucha de la capa para protegerse de la lluvia. El vampiro se limitó a asentir antes de desaparecer en la espesura.

La hojarasca crujía bajo sus pies y el restallar de la lluvia contra las copas de los árboles, troncos y matorrales, se alzaba por encima de cualquier otro sonido. A esas horas de la noche, las únicas criaturas despiertas eran animales nocturnos... y él.

Los eternos malditos ✔️ [El canto de la calavera 1]Where stories live. Discover now