39. Todos los vampiros

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Iván despertó a la mañana siguiente con los berridos del tabernero y una horrible resaca

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Iván despertó a la mañana siguiente con los berridos del tabernero y una horrible resaca.

—¡Eh! ¡Espabila!

Esta vez, acompañó sus palabras pinchándolo en las costillas. El joven dio un respingo para alejarse y vio que le había clavado el palo de la escoba.

—No quiero borrachos a la hora del desayuno, da mala imagen a mi establecimiento.

Iván se contuvo de señalar que lo que ocurría por las noches en su taberna ya daba mala fama. Se incorporó, se frotó los ojos y buscó algo de cerveza en el culo de su jarra para enjuagarse la boca pastosa. No hubo suerte, no quedaba ni una gota.

—Entonces tráeme algo para desayunar y me iré. —El tabernero gruñó pero se dirigió a las cocinas—. ¡Algo caliente!

Se masajeó las sienes, pero el dolor de cabeza persistía. Apareció una camarera con un cuenco de gachas grumosas poco apetecibles, pero era mejor que nada. Apenas llevaba dos bocados cuando un muchacho irrumpió en el establecimiento gritando que le empaquetaran una porción de queso, pan y algo de fruta para su señor.

—¡Daos prisa! ¡Daos prisa!

El tabernero frunció el ceño mientras guardaba la comida.

—¿A qué viene tanta prisa?

—Quiero ir a la entrada de la ciudad, pero mi maestro me molerá a palos si no le llevo el desayuno antes de que se ponga a trabajar en el taller. ¡Daos prisa! —volvió a exclamar.

—¿Y por qué quieres ir a la entrada de la ciudad? —preguntó terminando de envolver el queso.

—¡Porque todo el mundo está yendo allí! ¡Dicen que el héroe Raymond acaba de atravesar la muralla!

Un estruendo los sobresaltó a ambos que se volvieron hacia la mesa donde estaba Iván. El joven había desaparecido y la única huella de su paso por allí eran las gachas humeantes a medio comer y unas bikas de cobre.

 El joven había desaparecido y la única huella de su paso por allí eran las gachas humeantes a medio comer y unas bikas de cobre

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Iván corría como jamás había corrido en toda su vida. Atravesó las calles empedradas a toda velocidad, saltó los puestos del mercado y se aventuró en callejones oscuros y malolientes para evitar multitudes.

Los eternos malditos ✔️ [El canto de la calavera 1]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu