XXVIII

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—Minami-San, como mentirosa no te ganarás la vida

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—Minami-San, como mentirosa no te ganarás la vida.— Comentó Aime, con los ojos entrecerrados.

Al día siguiente, Aime estuvo con la cabeza aún en la noche anterior.
Cómo de costumbre, hizo sus necesidades y fue a trabajar con Minami, quien la recibió cargada de mentiras respecto a muchas clientas un tanto...especiales.

—¡Que no es mentira, Aime-Chan!— Chilló triste, mientras doblaba algunas prendas lujosas junto a la mencionada. —Esa mujer llegó hecha El Diablo, parecía perro.

La castaña apretó sus labios, evitando soltar una risa, la forma en la que se estresaba la mayor era graciosa, no tenía decencia alguna, ni siquiera en público. En varias ocasiones, algunas clientas oían la charlas, y se preguntaban entre si de quien hablaban. Cosa que avergonzaba enormemente a Aime.

—¡Bien, bien, pero basta de andar chusmeando en el trabajo!— Le reto, y ella asintio, desanimada.

Estaba claro que eso no acababa ahí.

Claro que no.

Fue en un pestañeo, que una clienta, furiosa y con los pelos parados, apareció en la entrada, gritando el nombre de Minami, quien sonrió como si fuese un demonio "Oni". "Madre mía, la que se va a liar ahora". Pensó Aime, mientas una gota de sudor bajaba por su rostro.
Antes de que Minami reaccionase, Aime ya estaba en el mostrador, intentando tranquilizar a la mujer. Al parecer, alguna clienta le comento sobre las charlas que oían de ambas jóvenes, y eso, hizo que esa mujer reaccionase y reconociese que ella era "el ogro con cara de sapo viejo", según su amiga.

—¡Se que esa mocosa está ahí dentro, la ví!— Aime notó con gravedad, como esa mujer estaba dispuesta a saltar sobre el mostrador, con el objetivo de arrancarle la sonrisa de Minami. —¡¿Que me tiene miedo?! ¡Lo dudo, que venga y plantee las cosas en la cara!

Se quería morir allí parada, la gente las miraba, y susurraban cosas a sus espaldas. El dueño del local, Haruka, salió mostrando irritación. Y para sorpresa de todos, la mujer salto como canguro sobre Aime, arrojandola al piso de un brutal empujón. La castaña chillo, y en cuestión de segundos, tenia a dos personas, ayudándola a levantarse.
Con la mirada, busco a la señora, y sorprendentemente, Minami esquivaba los golpes de esa mujer, pensó que ella había de alguna forma, estudiado clases de defensa personal.

—¡¿Qué está pasabdo aquí?! ¡¿Por qué Nana-San está peleando con Minami-San?!— No sabía que decir con exactitud, hasta que un muchacho hablo por ella.

—Esa mujer vino furiosa hasta aquí, y agredió a esta muchacha verbalmente, hasta saltar por el mostrador y dirigirse hasta la otra trabajadora.— Tuvo el apoyo de varios civiles, he incluso clientes, dedujo Aime.

Su jefe, corrió al salón para sacar a la mujer con ayuda de otras compañeras de ella.
Tuvo la suerte de que acabase pronto, pues, la tal Nana, solo mencionó a Minami, y lo fuera de lugar que estaba en tratar a sus clientes "especiales", cosa que Minami decidió recriminar.

—¿Clientes especial? ¿Usted?— Alzó una ceja, y la mujer apretó su mandíbula con fuerza. Parecía una maniática, desarreglada totalmente. —Lo único que hace usted es quejarse y hablar mal de nosotros, los trabajadores con sus amiguitas, otras viejas cotorrudas.

Todo el mundo, incluso Aime, se sonrojaron ante el último término. Nana estaba que se desmayaba, pues, Haruka la sostuvo de los hombros, y corrió a Minami, quien se meaba de la risa fuera del salón de costura. Algunos no pudieron evitarlo, y estallaron a carcajadas, especialmente los hombres.

Ya con Aime, está se cubría la boca, y reía con disimulo.

—Dominar viejas no es difícil, Aime-Chan. Deberías de intentar.— La pobre chica se negó rápidamente, y le dió un suave golpe en el hombro.

La tarde paso rápida por el escándalo armado por la clienta, quien se fue hecha fuego, pero con las manos llenitas, pues, su jefe le dió tres kimonos gratis, kimonos que ella pudo elegir libremente, no obstante, el sermón de año cayó sobre ambas, más bien, sobre Minami, quien se defendió, obviamente.
De todos modos, Aime tuvo la suerte de salir ilesa, o así se sintió las primeras horas.

...

Las dos chicas, caminaban a la casa de la castaña, bajo risas, específicamente a manos de la adulta, se cuestionó firmemente cómo hacia para no temer, que Aime no era capaz de sostener la mirada contra Nana.

—Mira, las primeras veces si es un sentimiento feo, pero, cuando las ves a los ojos, hay una vieja con complejo de estatus social por los cielos.— Sacudió su mano con despreocupación. —A poco te metes con su estatus social y se les acaba la tontería.

Se encogió de hombros, y Aime optó por asentir, no andaba metida en eso, tampoco se enteraba. Prácticamente se andaba cinculando con una posible pandillera. Le dió igual, su andaba enredada con un demonio, ella no era nada.

—Va, para la próxima que pase algo así, me miras y evalúas cómo me va.— Minami le guiño un ojo.

—Quizás funcione, sin embargo, tu carita de niña buena te delatara. Personas como esa yegua no se toman enserio chicas como tú, por eso corrió directamente a mi. Aunque sabe bien que ambas hablamos de ella vulgarmente.

Otro dato que no tomo en cuenta. Se resfrego el rostro, frustrada, ¿Debía de crecer más para eso? Tenía veintiuno, se supone que debe de ser vista con otros ojos.

—No desesperes, Blanca Nieves, pronto tu imagen como niña buena se borrará. Tienes veintiuno, ya a los veinticinco la gente te verá de otes forma.

Luego de eso, se despidieron y siguieron sus respectivos caminos a sus hogares.

Mientras entraba y cerraba la casa, se pregunto su Kokushibo vendría a verla, la casa se volvía fría sin el, y aburrida, aún así, lo espero por un buen rato, hasta ver el reloj de pared.

—¡¿Las once y cuarto de la noche ya?!— Chilló, sorprendida. Ni tiempo de cenar tuvo, pero, de todas formas, no había apetito.
La misma situación de hoy le quitó todo, solo abrió el futón y se tiró sobre el, se quería comprar una cama de madera, y había una mueblería cerca del local donde trabajaba, a lo mejor se pasaría por allí y vería que estaban ofreciendo.

De tanto pensar sobre eso, y el rostro de Nana, cayó dormida.

Kokushibo no fue a verla aquella noche, debido a trabajos por parte de Muzan, pero, otra persona si. Y fue Akaza.
Kokushibo y la Luna Superior 3, tenían un tipo de alianza secreta, y se comunicaban entre cartas, más bien, cartas que Akaza le daba, con datos y situaciones que la mortal vivió, y podía apostar, que se vería interesado cuando le cuente sobre el evento de hoy.

Bajo una mirada misteriosa, se fue de allí, dejando un jazmín en el suelo.

ʟɪᴠɪɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ《 Kokushibo 》©Where stories live. Discover now