Cinco. [ Joaquín ]

145 18 15
                                    

8 de Noviembre.

•••

Eso sería todo, gracias.— firma el recibo de pago, el mesero le regresa su tarjeta de crédito y Joaquín finalmente es libre de retirarse.

Algo que agradece infinitamente al cielo pues no soportaría estar un minuto más ahí dentro.

Él había citado a su esposo en un bonito restaurante para celebrar su aniversario con una cálida cena, pero parece ser que Emilio le importó tan poco la celebración que nunca llegó a la cita y simplemente lo dejó plantado.

Joaquín aceptó su cruel destino luego de haber esperado a su marido por poco más de dos horas en una de las tantas mesas del restaurant. Al no haber recibido ni una sola noticia de Emilio durante ese lapso de tiempo tan largo, decidió tomar la poca dignidad que le quedaba y pidió la cuenta al mesero, ansiando terminar con todo rápido para irse lo más pronto posible de lugar.

No quería seguir aferrándose a su fallida salida, pues eso solo le traería mayor nivel de humillación frente a los empleados que habían sido testigos de cómo estuvo esperando a su esposo durante largas horas.

Pero, siendo honestos, verse abandonado en ese restaurante no había sido una gran sorpresa para el castaño, en realidad. Incluso podía decir que hasta lo esperaba. Su esposo había estado siguiendo fielmente un patrón de comportamiento durante los últimos meses, el cuál parecía consistir en dejar plantado al menor en cada evento o celebración a la que lo invitara; por consiguiente, Joaquín desde la mañana había tenido bien presente que eran bastante altas las posibilidades de que Emilio no pusiera un solo pie en el restaurante.

Tener en cuenta eso, claro que lo lastimó; pero no tanto como vivir en carne y hueso la desilusión de verse plantado en su celebración de aniversario.

¿Le dolió que el rizado no apareciera?: ¡Pues por supuesto que sí!

Porque él se había empeñado en planificar una celebración perfecta y al final ningún de sus esfuerzos fue recompensado.

Había pasado meses sumido en la desesperación de no saber que podría regalarle a su esposo el día de su aniversario. Gastó muchísimo dinero para poder obtener esas entradas VIP al concierto de la banda favorita de Emilio, e incluso se preocupó por reservar una mesa en ese restaurante porque a su esposo le fascina, cómo para que al rizado simplemente se le ocurriera dejarlo plantado sin siquiera avisarle.

Aunque, lastimosamente, eso parecía ya serle toda una costumbre.

Emilio es un idiota.— murmura con ligero enojo.

Después de alejarse del restaurante se había visto tan falto de ganas para regresar a su casa, que simplemente comenzó a deambular por las calles aledañas al local. Caminó un par de minutos, sumido en el silencio y sus pensamientos, hasta que encontró un bonito parque perfecto para caminar otro rato, teniendo ya un poco más de seguridad y calma.

—Todos lo somos en algún punto.— habla de repente, tomando por sorpresa al castaño. Él estaba tan concentrado maldiciendo a su esposo en su mente, que incluso llegó a asustarse.

—¿Disculpa? — voltea la mirada, encontrándose con un chico de cabellos azules sentado sobre una banca a pocos centímetros de él.

Te digo que todas las personas somos idiotas en algún punto de nuestra vida. Nadie se salva y no existe el hombre perfecto, así que todos en algún momento cometeremos una estupidez que nos haga ganarnos el odio de los demás.

Problematic DreamWhere stories live. Discover now