Siete. [ Joaquín ]

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20 de Febrero.

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—Ya les he dicho todo lo que tienen que saber, así que espero buenas exposiciones para el lunes.— la campana suena, anunciando el fin de la jornada escolar, justo cuando él acaba de dar indicaciones.

Sus alumnos comienzan a guardar sus respectivas pertenencias, apenas él da la clase por terminada y les ordena hacerlo.

Hoy le ha tocado quedarse en la secundaria hasta finalizar la jornada escolar, debido a que tenía clase a última hora con el único grupo de primer año que se le ha sido asignado este ciclo. Sus alumnos son algo lentos así que él se toma el tiempo de guardar sus cosas con cuidado y hasta ordenar bien los papeles que debe entregar en dirección antes de irse a casa.

Los alumnos comienzan a alzar la voz repetidas veces, llamando su atención para que él se percate de que ya todo el grupo ha terminado de guardar sus cosas. Joaquín les ordena que hagan la debida formación fuera del aula en lo que termina de revisar sus documentos. Al terminar, los guía y acompaña hasta el patio de la escuela, cuidando que sus alumnos no se mezclen con otros grupos y asegurándose de que no interfieran en el camino de algunos de esos chicos de tercer grado que salen despavoridos al finalizar las clases.

Luego de contar a sus alumnos y asegurarse de que todos continúan sanos y salvos, les da permiso de que deshagan la formación y comiencen a avanzar hasta la salida de la institución. Algunos alumnos se toman unos segundos para despedirse de él, otros pocos se quedan deambulando por los alrededores a la espera de algún amigo o hermano, mientras que el resto sale corriendo hasta la salida sin tener el más mínimo cuidado.

Joaquín solo los observa desde la distancia, haciendo una lista mental con los nombres de cada uno para reprenderlos por su falta de cuidado en la siguiente clase.

Joaco, ¿Cómo te fue hoy?— interroga su amigo Andrés, profesor de español, al llegar y verlo firmando sus documentos de salida.

El pelinegro se acerca y situa a su lado, pidiéndole a la secretaria que le entregue su hoja de salida para también firmarla.

—Me fue bien.— suspira antes de entregarle su hoja a la secretaria —No hubo ningún problema con los chicos,  pero estoy tan cansado que solo quiero llegar a casa a dormir.

—¿Fue un día pesado?

—Tuve que alternar tres veces entre ambos edificios y subir esas tres veces hasta el último piso.

—¿Te tocó clase con todos los grupos del tercer piso?— pregunta incrédulo.

En la secundaria donde trabajan hay dos edificios con tres pisos cada uno. El edificio «A» tiene: 1 salón en el primer piso, los baños que corresponden al turno matutino y las oficinas de ambos edificios; en el segundo piso hay cuatro salones completos, mientras que el tercer piso únicamente hay un salón de clases y el salón de computación del turno vespertino.

En el segundo edificio están: la biblioteca del turno de la mañana y dos salones en el primer piso, cuatro salones en el segundo y dos salones más abarcando toda el área del último piso. Así que en total, sumando las aulas de cada edificio, hay tres salones en los dos terceros pisos.

Y, para su mala fortuna, a Joaquín le tocó dar clases a los tres grupos que han sido ubicados en esos salones.

—Sí, y lo peor es que ni siquiera eran clases seguidas.— responde, abandonando la dirección junto a Andrés —A cuarta y sexta hora me tocó dar clase en los dos grupos de tercero, mientras que la última hora la pasé con los chicos de primero.

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