𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐

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La rubia de ojos rasgados se miraba en el espejo mientras se marcaba una línea con tinta negra en el borde de este

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La rubia de ojos rasgados se miraba en el espejo mientras se marcaba una línea con tinta negra en el borde de este.

Sus párpados eran de color rosa con purpurina ahora mismo y sus labios brillaban por el gloss que se había puesto en estos con sabor a fresa, haciéndolos pegajosos pero dulces.

Su cabello lacio brillaba bajo las luces del vestíbulo, dejaba el eyeliner en su sitio y volvía a aplastas su labio superior contra el inferior tratando de remojarlos con el gloss.

— ¿A dónde tan arreglada?— Una voz suave le preguntó a sus espaldas.

— Me alquilaron.— La joven respondió sin más, como si fuera lo más normal del mundo, bueno, para ella lo era.

— ¿No te quedarás en el club esta noche?— volvió a preguntar la voz — Es aburrido aquí sin ti Sanita.—

— ¿Momoring~ Solo será una noche si?— Sana la abraza con fuerza.

La pelinegra la agarró de los hombros y la miró con tristeza.— ¿Y si te pasa algo? Sólo eres bailarina Sana, en la calle están las otras chicas.—

— No me va pasar nada... además, esto me ayudará a pagar mi casa, debo de hacerlo.— Sana la abraza una última vez.

— Te prometo que no me va pasar nada malo esta noche, simplemente iré a ver a unos empresarios con una polla dura que necesitan un poco de placer, si? No es tan diferente como aquí, he estado con peores.— Sana recalca y sonríe suavemente — No te preocupes tanto por mi unnie, estaré bien.— La rubia le dedica una última cálida sonrisa antes de dirigirse al perchero para agarrar su chaqueta y su bolso.
En unos tacones rosas, que van en conjunto con su vestido y maquillaje, sale del edificio al parking del club donde su taxi le iba recoger, esperando a este se saca su paquete de cigarrillos y enciende este con un mechero, una pequeña llamita sale de este y enciende la sustancia adictiva que supuestamente a la japonesa le relaja, ahora mismo lo hace.

Sana nunca había salido del club, sus noches se basaban a bailar en frente de unos hombres cuarentones que llenaban su tanga con billetes de dinero, después bajaba del escenario, se dedicaba a pasar la noche con algunos, no mas que 3, y en la madrugada se iba a su casa a descansar. Así lo llevaba haciendo desde los 18 años. Cada día era igual, con los fines de semana siendo los días más ambientados y en los que más ganaba.

Nunca había sido "alquilada", le hacía sentir bastante mal tener que usar esa palabra, pero le hacía ganar dinero y más de lo normal.

Daba una calada a su cigarrillo y volvía a soplar el humo de entre sus labios, miraba el cielo, apreciando las estrellas en el cielo, la rubia sonreía entretenida, las últimas noches habían sido nubladas y no habían casi estrellas en el cielo, pero esta vez por fin el cielo estaba claro y se podía apreciar los puntitos de luz que mostraban la vida en el más allá.

— Señorita?— Un hombre habló amablemente bajando su ventanilla del auto.
La joven observaba en vehículo y sonreía suavemente cuando notaba las letras iluminadas que deletreaban "TAXI".

My Sweet Strawberry || SAHYOWhere stories live. Discover now