𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑

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El cuerpo de la rubia meneaba como un vaivén sobre la de la azabache, sus centros encontrando un punto de conexión de la cual ya nadie las podía separar

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El cuerpo de la rubia meneaba como un vaivén sobre la de la azabache, sus centros encontrando un punto de conexión de la cual ya nadie las podía separar. Las manos de Jihyo viajaron por el cuerpo de la rubia, quien estaba encima de ella con las piernas enredadas en su cuerpo. Los pechos de la azabache movían en un ritmo equilibrado, de arriba hacía abajo, un patrón que solo aseguraba el placer de ambas chicas.
Las manos de la rubia descansaban sobre el suave estómago de su contraria, se apoyaba en esta para no hundirse en el infierno que se estaba volviendo esto de no poder encontrar su punto límite, ella no estaba acostumbrada de hacerlo, y mientras su contraria ya había llegado al orgasmo unos 4 veces en solo 1 hora que llevaban haciendo el amor, ella no pudo llegar ni una vez.

Era algo común que Sana sufría, simplemente no llegaba, ningún hombre antes había hecho llegarle a su punto máximo y mucho menos en los 10 minutos que solían tardar con ella.
Sana necesitaba tiempo, por alguna razón su cuerpo no le dejaba encontrar el punto de fricción que necesitaba para llegar al clímax que tanto deseaba. Porque a diferencia de las otras veces que tenía sexo, esta vez realmente estaba deseando llegar.

El aroma de miel que atravesaba las fosas nasales de la rubia, le excitaba, no estaba acostumbrada a un dulce olor y gemidos femeninos bajo su cuerpo, solía ser una colonia barata de hombre, un olor que detestaba, unas palabras sucias y un doloroso jalado de cabello que se representaba ante sus ojos. Pero esta vez era diferente, esta vez lo disfrutaba.

Sana admiraba una última vez las hermosas facciones de la chica bajo su cuerpo cuando esta arqueaba su cuerpo como un gato, una vez más había llegado a su climax. —5...— murmuraba la rubia mientras la miraba con una sonrisa orgullosa, estaba orgullosa del trabajo que había hecho.

—¿Qué?— La azabache preguntaba mientras trataba de regular su respiración.

La rubia negaba con una suave sonrisa, comenzó a moverse, tratando de desenredarse del cuerpo de su contraria pero la coreana la agarró de la muñeca.

Sana levantó la mirada sorprendida.

— ¿Tu llegaste?— la azabache preguntó alzando las cejas, se notaba cuál era la respuesta que buscaba.

Sana dudó unos momentos en responder, esta pregunta nunca se la habían hecho, nunca se habían preocupado antes por esa parte del acto sexual, si ella había podido llegar a su punto más alto.
Sana asintió con una sonrisa incómoda y volvió a tratar de quitarse del cuerpo de la chica.

— ¿Sana?— la voz de la coreana volvió a repetir y volvió a agarrar su muñeca frenándola. La rubia se sorprendió, ninguno de sus clientes se había preocupado en si quiera identificarla por un nombre adecuado y mucho menos por su nombre.

— ¿Cómo sabes mi nombre?— La rubia miró confusa la contraria la cual aún la mantenía en la misma posición.

— Lo tenías bordado en tu sujetador.— Jihyo rió suavemente al recordar el sostén de su contraria, en el pecho izquierdo ponía "SA" y en el otro "NA", el misterio era fácil de resolver para enterarse del nombre de la rubia.

My Sweet Strawberry || SAHYODonde viven las historias. Descúbrelo ahora