⠀⠀⠀⠀i. malas intenciones.

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vicente zambada soltó una carcajada, sus manos las tenía frente a él, simulando dar una especie de nalgada, mientras movía sus caderas, embistiendo a la nada

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vicente zambada soltó una carcajada, sus manos las tenía frente a él, simulando dar una especie de nalgada, mientras movía sus caderas, embistiendo a la nada. todos sus amigos rieron ante esa acción o casi todos, alfredo se cruzó de brazos. como siempre, siendo el aguafiestas. el mayor de los zambada sonrió aún más al recibir el dinero prometido, había ganado aquella apuesta y merecía su recompensa.

— yo nomás participé por la anécdota. — ovidio informó al momento de dejar el fajo de billetes sobre sus manos. — , y si me permiten, iré a bailar un rato.

— diviértete, ratón. — respondió.

iván archivaldo negaba con la cabeza, no creía que su amigo hubiese logrado su objetivo en tan poco tiempo. pero aún así soltó una risilla.

— toma, tigre. —  le entregó su parte.

— lo aprendí de ti, archivaldo.

— eh, ya soy hombre de bien.

— y más te vale, pinche enano. — atacó serafín, dándole un zape a su hermano.

— ¿y eso por qué, pendejo?

— nomás, ¿no puedo o qué?

perséfone, quien llevaba algunos minutos escuchando la estúpida plática que tenía su hermano frente a sus amigos, decidió que era momento de interferir.

— ¡eres un pendejo, vicente! — alzó la voz, llamando la atención de los presentes. el sonido de sus zapatillas hacía eco por la habitación, mientras bajaba las escaleras.

su paso era firme y decidido.

las miradas dejaron de estar sobre ovidio guzmán, quien daba su mayor esfuerzo en la pista de baile, para pasar a la menor de los zambada; quien tenía detrás de ella a una chica que casi nadie conocía, al no ser hija de algún jefe, no era importante.

su mirada verdosa reflejaba tristeza, pero había algo más que parecía opacar ese sentimiento: enojo. estaba tan molesta que no dudó ni un segundo en ir a defender a su mejor amiga. no iba a permitir que la humillaran y mucho menos que fuera su hermano quien lo hiciera.

— ¿tenías que cagarla, verdad? — soltó con rabia, su delicada mano se estampó contra la mejilla de vicente.

un ooh se escuchó por toda la habitación.

— pers.. déjame explicarte.

— por qué. — golpe. — , siempre. — otro golpe. — , debes decepcionarme.

— perséfone. — se defendió.

— ¡vete a la mierda, vicente! tú y tu estúpido grupito de amigos. ¡váyanse a la mierda todos!

aquellos gritos eran casi histéricos, y cómo no serlo, si acababa de escuchar a vicente; su hermano mayor, a quien amaba con la misma intensidad con la que amaba a su padre, burlarse de aura.

𝘳𝘰𝘮𝘱𝘦𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢𝘴 𖹭⁩ 𝙟𝙖𝙜𝙨.Where stories live. Discover now