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sintió como su corazón se paró por un segundo y como su mundo comenzaba a desmoronarse rápidamente, al conectar su mirada con la de alfredo guzmán. estaba frente a ella, viéndola apenado, pues al parecer logró escuchar parte de su conversación con iván. ¿cómo es que siempre tenía tan mala suerte? ¡¿por qué?! algo la hacía feliz y automáticamente el destino se encargaba de hacer todo lo posible para arrebatarlo de sus manos.
lo peor es que no sabía con exactitud qué tanto fue lo que el chapito escuchó, pero justo ahora solo le importaba aclarar la situación.
necesitaba hacerlo, más cuando aura sabía muy bien que sus sentimientos hacia alfredo comenzaban a florecer.
— ¡puedo explicarlo! — soltó rápidamente.
— no tienes por qué hacerlo. — la tranquilidad en su voz la hizo sentirse mal, tal vez solo estaba siendo amable pero.. una pequeña vocecita en su cabeza le decía a gritos que ella no era algo que pudiera llamar su atención.
— pero quiero hacerlo. — insistió, armándose de valor para tomar la mano del mayor.
tenía pena de ser rechazada pero para su sorpresa, fue todo lo contrario. él sonrió ante ese toque y llevó su mano libre al encuentro, acunando la pequeña y delicada mano de aura entre las suyas, notando la clara diferencia entre ellas.
el roce de sus extremidades solo la hacían sentir acalorada, no había tensión o intensiones de algo más; pero para ella, una chica que nunca se sintió realmente apreciada y valorada, que estuvieran así, expresando todo sin la necesidad de emitir palabra alguna.. provocaba mucho.
— entonces te escucharé. — murmuró.
— yo.. creí estar enamorada de perséfone, pero después de lo último que pasamos. — tomó un poco de aire y bajó su cabeza, no podía verlo directamente sin sentir vergüenza. ¿qué pensaría de ella? — , creo que solo tenía envidia y quería ser como ella, tener lo que pers tiene.
— ¿y por qué no me mira mientras habla? — alzó una ceja, aunque la chica estaba muy concentrada en observar como los dedos del chico acariciaban con delicadeza la palma de su mano.
— no lo sé.
— no debes sentirte avergonzada. si perséfone te hubiese gustado, ¿cuál es el problema. uste' tiene ojos, mija. para eso están, para ver y que nos gusten las cosas. — rió. — , la diosita le pudo haber gustado porque está guapa, al igual que me pudo haber gustado a mí.. o al ratón.
— oh.
— pero no me gusta, porque es la mujer de mi carnal. — ahora fue él quien tuvo la necesidad de aclararlo.
hubo un pequeño silencio entre ellos, pero no era para nada molesto, realmente era muy necesario. alfredo la veía de reojo y no hacía más que admirar la belleza de la chica, sus ojos color avellana y toda ella lucía hermosa.. aún después de haber derramado un par de lágrimas.
