Mi dulce hibrida || kol mikaelson

Capítulo 20

Primer Acto || Parte Veinte 

"Algo más especial que el amor"

Al mirar aquellos ojos color avellana quedo completamente inmerso en el encanto que desprendía la castaña, llegando a compararla con la diosa de la belleza nórdica Idun, aunque aquella diosa no le hacía justicia a la adonis parada frente a él. 

Una mirada significo algo más que amor a primera vista para él, podía jurar y apostar su vida a que ella encantadora joven sería su perdición, lo haría anhelar y desear a una mujer de maneras que jamás ha experimentado en sus mil años, ninguna mujer lo haría sentir tan intensas emociones como ella lo hará. 

Aquellos ojos lo atraparon como abeja a la miel, asiendo sentir que a su lado jamás sentirá miedo, siempre estará seguro. Sería la única que podría sanar cualquier herida, sin importar que tan profunda sea. 

Ella miraría sus miedos, donde taparía con sus manos sus oídos para que deje de escuchar todas aquellas voces que lo atormente, susurraría palabras dulces para tranquilizarlo, lo arrullaría hasta que se quede dormido sin ningún temor alguno. Desaparecería cada uno de sus miedos hasta que estos se vuelvan dulces sueños donde ella sea la protagonista principal de cada uno calmando así a su tormentoso corazón.

Conocería cada una se sus facetas, desde su lado más dulce hasta su lado más primitivo, sanguinario y aun en todos sus matices lo amaría como nunca nadie lo había hecho. 

Se convertiría en la persona que ame el incompleto rompecabezas que era, atesoraría cada una de las piezas de su corazón roto hasta reconstruirlo, siendo ella la única que pueda mantenerlo completo. 

Sería de ella, le entregaría su corazón y alma sin dudarlo, permitiría que ella hiciera lo que deseará con él, sería lo que ella deseará, le entregaría el mundo entero y el universo entero a sus pies, porque solo ella podía tenerlo todo a sus pies. 

Tenía presente que era menor que él, su dulce apariencia delataba que aun era una niña, pero esperaría durante años si tiene que hacerlo para estar con ella como el aspiraba. 

No le importarían los miramientos de los otros, no le importaría cuanto sabe su mente ni cuanto le grité su lógica de que aquello estaba mal. La última decisión siempre la tomaba el corazón y por primera vez se dejaría llevar por lo que le dicte el corazón cuando se trate de ella, solo ella. 

Él siempre había sido la persona que es desplazada por sus hermanos, el menos apreciado y el que siempre era dejado al final, el excluido de la promesa por siempre y para siempre. Era agotador tratar de llamar su atención, para al final terminar traicionado y encerrado en un ataúd completamente solo. 

La vida le dio una tercera oportunidad, de pronto la vida se volvió más amena, tolerable y gratificante, todo gracias a ella.

Las miles de sensaciones y sentimientos que sintió en ese preciso momento en que sus almas se conectaron y se complementaron como había esperado por siglos no se comparaban en nada al amor, esto era más intenso, más real, más puro.

El amar es aceptar ser destruido, esto era diferente. 

Tal vez no había una palabra para poder definirlo, iba más allá de algo humanamente posible, era algo más intenso, algo más especial que un simple "te quiero" o "te amo"

Los mortales aman una y otra vez, pero él no sería capaz de sentir algo tan especial por alguien más, la amaría eternamente. Ella sería su por siempre y para siempre.