Capítulo 11

2 2 0
                                    

-¿De que coño váis? -dirigiendome a mi padre. -No quiero volver a esa mierda de sitio. Voy a terminar matando a alguien, y más después de todo lo que ha pasado.

-Pues cuando mates a alguien, hablaremos, pero hasta entonces irás a clase. -Papá se levanta de la silla y se va.

Yo sigo sentado, esperando que alguna intervención divina me salve de mi situación actual, pero parece que Dios solo sirve para arruinar vidas.

-Si quieres puedo ir contigo a clase, Mark. -Layla se acerca a mi espalda y me abraza por detrás. Es un abrazo que agradezco, porque últimamente nadie me había tocado.

-No tienes que joderte solo para verme feliz...

-Si es contigo me da igual ir o no ir, pero tiene que ser contigo.

Estoy aguantando todo lo que puedo para no soltar ningún chiste, porque no es el momento de eso.

Ahora mismo, solo quiero una cosa. Vengar a mi hermana. Destrozar a la gente de las Rosas Negras para que vean lo que es perder a la gente que amas. Pero soy mejor que eso, en su lugar, los mataré a ellos.

Pasa el tiempo, y cuando por fin atardece, Luis se presenta en la puerta de mi casa, con una mochila llena de libros. Al entrar, los deja en la mesa y se sienta en el sofá, a mi lado. Nos quedamos hablando un rato, pero de repente suena el timbre.

Nos acercamos los dos, yo delante (porque es mi casa) y Luis detrás de mi con una navaja en la mano. Cuando abro la puerta, la reacción de Luis es mejor que la mía.

-¿Bella? ¡No puede ser! Cuanto tiempo... -Luis suelta unas carcajadas

-¿Luis, pero que haces aquí?

Parece que la insoportable de mi vecina y el insoportable de mi mejor amigo se conocen, que bien. Ahora solo tengo que soportarlos a los dos. A la vez.

-Estaba ayudando a mi amigo con una investigación, y tú?

-Oh, si... -Isabella se aclara la garganta un poco y se dirige hacia mi. -Siento mucho lo de tu hermana, Mark. Descanse en paz... Aún era muy joven.

No suelo ser yo el que acepta los pésames de los demás, así que no se como reaccionar. Menos mal que estaba Luis, porque podría haberme quedado quieto en la puerta hasta que llegasen mis padres.

-¿Quieres entrar? Igual así acabaríamos antes.

-No gracias, tengo cosas que hacer, pero ya vendré otro día. Solo llámame.

Me giro y veo a Luis. Parece más contento de lo normal. Se que algo pasa por dentro de su cabeza como para que reaccione de esa forma. Me acerco rápidamente a él y le pregunto

-¿De que conoces a la pesada de mi vecina?

-¿Bella? Oh, es una vieja amiga mía. Y tanto que vieja, nos conocemos desde bebes.

-Pero tu no eras español? -Le pregunto, algo confundido.

-Y ella también, ahí esta la cosa. Se mudó un poco antes que yo.

Después de la pequeña charla, decidimos empezar a buscar información en los libros que ha traído. Pero suena el teléfono. ¿Quién podría interrumpir a estas horas? Quizás sea Claire, que no está aquí.

-¿Quien lo coge? -Le pregunto a Luis.

-Tu casa, tu teléfono. -Luis me mira preocupado. Desde lo de la furgoneta, nos hemos empezado a preocupar por todo.

Me acerco al teléfono lentamente, y cuando voy a cogerlo, se me ocurre grabar la conversación y poner el altavoz. Desde luego fue buena idea.

Suena una voz muy entrecortada, pero nosotros la reconocemos muy bien.

-Ma_k, e_ta_ a_í? ¿Me oy_s?

-Alto y claro.

-Ha_ ma__d_ _ _i p_dr_.

-¿Perdona?

-Han matado a mi padre.

La Caja de PandoraOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz