009 | La Resaca

1.6K 74 3
                                    

Esto estaba mal.

Le había mentido a Nick, poniéndole la excusa de que mi madre me había llamado por algo urgente para escabullirme hacia la casa de Luke. Eran las nueve en punto de la noche.

Había tomado un taxi en dirección a su casa. En la llamada sonaba bastante mal. Estaba preocupada.

Luego de varios minutos de viaje en taxi, bajé y me encontré con la enorme puerta corrediza que sólo había visto una vez. Estaba abierta.
Me adelanté a entrar y caminé hacia la puerta principal, la cuál también se encontraba abierta.

Al entrar por completo a su casa, logré notar todo en silencio. Temía que sus tíos se encontraran allí.
Caminé lentamente hacia adelante, sin tener el valor de llamarlo en voz alta, hasta que, Luke se apareció por la entrada de la cocina, apoyándose en el marco.

—Llegaste —sonreía cómo si nada.

—Luke —me acerqué a él. Despacio y preocupada—. ¿Estás bien?

—¿Tú qué crees? —habló, arrastrando un poco las palabras.

Y, al instante, pude reconocer el aliento que salía de su boca. Había estado bebiendo y, al parecer, se había emborrachado.

—Luke —fruncí mi seño— ¿Has estado bebiendo? —lo regañé.

—Sólo un poquitito —dijo, haciendo un gesto con su mano de "poco".

—Ven —lo tomé de la mano y comencé a subir por las escaleras. Él se quejaba y balbuceaba cosas.

Ya en su habitación, lo seguí arrastrando hasta llegar al baño de allí dentro.

—Lávate el rostro. Vamos —abrí el grifo, esperando a que se lavara su rostro—. No me obligues a obligarte.

—Ey, no eres mi madre —se soltó bruscamente de mi agarre, mirándome con el seño fruncido. Me dió la espalda y se dirigió a su recámara, para que luego de eso saliera de allí.

Frustrada, cerré el grifo y lo seguí rápidamente bajando las escaleras.

Se encontraba abriendo la heladera en busca de algo.

—Tengo sed —dijo, cerrando algo brusco la puerta.

—Toma agua.

—¡Puaj! No.

¿Desde cuándo se comportaba cómo un ebrio?

—Es mucho más sano que una lata de cerveza, Luke —me reí y me acerqué a él.

Tomé un vaso que estaba a su lado, lo cargué con agua del grifo y se lo entregué en las manos.

—No beberé agua.

—Sí lo harás —tomé su mano y coloqué el vaso en ella. Hizo una mueca de asco pero, finalmente, bebió el agua que le había dado.

Lo tomé por los hombros y lo llevé hasta el sofá. No lograba estabilizarse bien, por lo que al ver que estábamos cerca del sofá, se aventó a él rápidamente, poniendo sus brazos por detrás de su nuca cómo si fueran una almohada.

—¿Porqué me has llamado, Luke? —me senté a su lado, colocando sus piernas encima de mis muslos para que pudiera estirarse mejor.

—Estaba aburrido. Sólo quería hacerte una pequeña bromita. —se rió mirando al techo, cómo si estuviera volando.

—¡Luke! ¡Me he preocupado de verdad! —afirmé, quejándome—. Creí firmemente que algo te había ocurrido.

Él eructó de repente, haciendo que de un respingo del susto.

Las Tutorías Prohibidas ©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz