010 | Luke

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Mi tía insistió toda la mañana en que invitara a Mía a cenar a casa esta noche.
Mi tío, Eduard, también tenía curiosidad por conocerla, apesar de que ellos no supieran que no éramos nada.

Mía me cortaría el cuello ahora mismo.

Al menos el almuerzo estuvo pacífico. Sin estar rodeado de esas preguntas que hace la familia cuando estás en una relación —pero en este caso eran sólo mi tía y tío—.

Luego del almuerzo, mis amigos llamaron a mi móvil, diciéndome que pasarían por mi en cinco minutos. Había olvidado que saldría con ellos por la tarde.
Y para mí suerte, llevaba puesta una ropa decente.

Exactamente en cinco minutos, oí una bocina fuera de casa.

—Tía, voy a salir.

Me acerqué a ella, antes de abrir la puerta.

—No llegues tarde a casa —pronunció, intentando besar mi frente con una sonrisa en su rostro.

Me aparté al instante, avergonzado.

—Tengo dieciocho, tía. No necesito besos en la frente —reí.

—Para mí, aún sigues teniendo seis —carcajeó, levemente.

—Ajá.

Le dí una última sonrisa y me retiré de allí, encontrándome con esos dos rostros llenos de felicidad al verme cuando salí. Aquellos se encontraban en un auto azúl prusia, bien pulido al parecer.

—Eh! Luke! —habló Josh, agitando su mano izquierda en forma de saludo hacia mí, y con la derecha en el volante.

—¿Hoy pagas tú los helados, Luke? —dijo Victoria, con una sonrisa al verme. Estaba sentada en la parte trasera del auto.

—Hola, chicos —esbozé una sonrisa, caminé hacia la puerta del copiloto y salté para entrar en aquél descapotable, el cuál parecía nuevo.

—¿Te gusta mi nueva bebé? —preguntó Josh, palmeando el volante color negro.

—Josh —habló Vic— Tienes una nueva bebé cada mes.

Reí.

—Ya te he dicho que son de mi padre —frunció su seño.

—¡Está bien! —ella levantó sus brazos en señal de rendición.

—¿Nos vamos? —pregunté.

—¿Tienes prisa?

—No. Es sólo que estás aparcado en frente de la ventana de la habitación de mi tía, la cuál nos está observando justo ahora.

Ambos nos giramos a mirar a mi tía. Ella esbozó una sonrisa, divertida, y cerró las cortinas rápidamente.
Los tres nos reímos y Josh arrancó instantáneamente el auto, yéndonos de allí.

Camino a la heladería, Josh colocó música, mientras Vic y yo conversábamos. Al parecer, Josh se había pasado varias luces en rojo.

—¿Ahora rompes las reglas? Vaya, si que te ha cambiado un nuevo auto —comenté, divertido.

—Soy un Josh completamente distinto. —bromeó.

—He idiota —Vic le dió un tincazo en la cabeza, riéndose bajo. Se logró escuchar su dedo golpearlo.

—¡Oye!

Josh estiró su brazo derecho hacia atrás, intentando tirar del cabello de Victoria, mientras que con la izquierda intentaba mantenerse en su carril. Eran unos simples niños jugándo —o más bien, peleando—.

Riéndome, me estiré un poco y tomé el volante para que Josh hiciera lo que debía hacer.


(...)

Las Tutorías Prohibidas ©Where stories live. Discover now