017 | Lágrimas y Un Callejón.

603 28 14
                                    

Anoche, luego de la pequeña llamada que tuvimos con Luke, me envió un mensaje invitándome a salir a un restaurante.
Estaba tan entusiasmada que me había pasado casi toda la mañana completa buscando algo lindo y cómodo para ponerme, sin negar que también estuve inventandome algún maquillaje bueno para verme linda.

Linda para él, ¿No?

No voy a negártelo, conciencia.

En una hora llegaba Luke, y yo nisiquiera me había duchado aún, por lo que opté por hacer todo desesperada.

—Mía, ¿A qué hora pasará Luke a buscarte? —dijo Mamá entrando a mi cuarto con ropa en mano.

—En una hora, Mamá —dije, rebuscando por mi armario rápidamente la ropa perfecta para ponerme.

—Oh, dios mío, hija. ¡Mira todo este desastre! —expresó Mamá, colocando sus manos a los costados de su cadera y mirándome con esa típica expresión que ponía cada vez que veía mi habitación desordenada: Cejas encarnadas, entrecerrando sus ojos.

—Lo sé, Mamá, es que he pasado toda la mañana buscando algo para ponerme y aún no encuentro —estaba concentrada rebuscando en mis cajones.

—Y qué dices de esto? —tomó un vaquero algo viejo, con una blusa que uso solamente para dormir.

Voltee a ver.

—Uh, Mamá, no —me reí y luego ella imitó mi acción.

—Bueno, mi niña, sólo intento ayudar —rió para luego sentarse en mi cama.

—Este —sonreí.

Había tomado un vestido veraniego color rosa, con flores rojas cómo detalles. No era tan corto, ni tan largo. Era perfecto.
Tomé unas botas cortas de cuero color negras y las dejé a un lado, fuera del desorden para no perderlos.

Entré al baño de mi habitación rápidamente, abrí la ducha y me asomé por la puerta.

—¿Puedes estar atenta a la llegada de Luke, por favor Mamá? —hice una carita de cachorro abandonado, mientras repiqueteaba mis dedos en el marco de la puerta— ¿Puedeeeeees? —supliqué.

Mamá dudó, pero sólo para bromear.

—Está bien —sonrió— ¡Pero no tardes mucho!

—¡No, Mamá! —exclamé en un tono divertido y me metí al baño nuevamente.

(...)

Exactamente en una hora ya estaba lista. Hasta me había colocado perfume. Jamás me había arreglado tanto, y menos para un chico, nisiquiera cuando estaba con Nick.

—¡Bonita, es Luke! —gritó Mamá.

—¡Ya voy! —grité desde mi habitación.

Con una sonrisa, tomé mi pequeño bolsito y bajé las escaleras casi corriendo.

—¿Cómo me veo? —le pregunté a Mamá, sonriendole.

—Te ves hermosa, hija, cómo siempre —acarició mi mejilla con su pulgar, sonriendome dulcemente.

—Gracias, Mamá —sonreí cálidamente y besé su mejilla— ¡Volveré más tarde!

Tomé la perilla de la puerta, la giré, y al abrirla encontré a Luke apoyado en su auto, viendo cómo su rostro se iluminó al verme. Una gran sonrisa se formó en su cara.

—¿Es posible que puedas verte tan bien siempre? —expresó con una voz atractiva y suave. Se acercó a mí suavemente, me tomó por la cintura y me pegó a su cuerpo para besarme sin descaro alguno.

Las Tutorías Prohibidas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora