012 | Un héroe consolador.

1.8K 85 12
                                    

—¿Porqué has venido aquí? —le pregunté a Nick, cruzándome de brazos y con mi seño fruncido—.

—Sólo quería visitarte —se levantó, tambaleándose un poco en dirección hacia mí— y pedirte perdón.

Me quedé inmóvil ante él, mirándolo a los ojos.

—Pedirte perdón por cómo me he comportado últimamente —se acercó un poco más—. He sido un imbécil y quiero que me perdones, Rapunzel.

Sonrió de costado al llamarme por el apodo que él me puso.
Los músculos de mi rostro dejaron de estar tensos y me acerqué un poco más a él, convencida.

—Nick, ¿Lo dices en serio?.

—Sí —respondió.

Elevó su mano izquierda y la colocó en mi mejilla derecha, dedicándome una cálida sonrisa. Sus ojos brillaban al mirar los míos.

Y, otra vez, logró hacer que mi corazón se ablandara.

—Lo siento —acarició mi mejilla—. Lo siento, lo siento, lo siento.

Dramático, deja de mentir.

—Está bien, Nick. Ya es pasado.

Le devolví la sonrisa que me había dedicado anteriormente y lo abracé. Lo abracé fuertemente, escondiendo mi rostro en su hombro.

Entendía que estaba borracho, pero quería creer firmemente en el dicho: «los borrachos dicen la verdad».

Luego de separarme de aquél abrazo tan cálido, lo miré a los ojos y se adelantó a bajar sus manos a mi cintura y pegar sus labios en los míos, envolviéndonos en un beso.

Se sentía bien besar sus labios después de tanto. Sentía que no lo había besado por años. La verdad es que, sí extrañaba estar así, juntos.

El beso duró bastante tiempo. Supongo que él también extrañaba mis besos.

—Creo que tus labios hicieron que el alcohol bajara —susurró entre el beso, riéndose.

Me reí y le dí un último beso corto.

Nick no podía conducir en este estado de nuevo, por lo que opté por llevarlo a mi habitación a dormir.
Ha sido un dolor de cabeza hacer que subiera por las escaleras, ya que aún no podía estabilizarse, pero logré que llegara a mi cama.

Le quité los zapatos, a lo que él gateó hasta la cabecera de la cama y metió lentamente sus piernas por debajo de las cobijas. Sonreí.
Rebusqué mi pijama en el armario hasta que lo encontré. Me lo coloqué y, seguido a éso, metí mi cuerpo por completo por debajo de las sábanas.

A pesar de que él llevara puestos unos jeans, logré sentir el calor que emanaban sus piernas al rosar las mías en ellas.

Le dí la espalda, apagando la luz de la lámpara.
En segundos, sentí cómo su brazo se deslizaba por mi torso, abrazándolo por completo. Lograba sentir su respiración en mi cuello.
Respiré profundamente y cerré mis ojos, entrando en un profundo sueño.

(...)

Desperté gracias a Nick, el cuál se movió derrepente hacia la derecha, golpeándome la mejilla con su codo.
Abrí los ojos y logré verlo y escucharlo roncar. Me reí, algo adormilada.

Sabía que Nick no se levantaría para ir a clases, por lo que decidí, por ambos, quedarnos en casa hoy.

Cuándo desperté me dirí al baño a hacer mis cosas. Había decidido hacernos el desayuno —aprovecharía que él se encontraba durmiendo—.
Mamá había ido a trabajar, por lo que estábamos los dos solos.
Preparé unas tostadas con mermelada de fresa y dos cafés con espuma. Los coloqué en una bandeja y subí.

Las Tutorías Prohibidas ©Where stories live. Discover now