veintiuno

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22 de septiembre

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22 de septiembre

Louis se estiró de forma perezosa antes de levantarse de la cama.

Dejó su libro del lenguaje de las flores en la mesita de noche y guardó el nombre de una nueva planta en las notas de su celular; cuando tuviera tiempo, iría a buscarla para su omega.

Harry adoraba las flores y Louis amaba la forma en la que su rostro se iluminaba siempre que se las regalaba.

Su celo finalmente había terminado y aún tenían un día libre antes de volver al trabajo.

Todo un día para ellos, sin tener que preocuparse por campañas, publicidad, nuevos diseños, pasarelas, fotos, entre otras cosas. Amaba trabajar con Harry, pero a veces necesitaba un descanso de su quejumbroso jefe.

Y amaba pasar ese descanso con su precioso jefe.

Se estiró un poco antes de caminar a la puerta de la habitación del nido. Su omega le había pedido algo de tiempo a solas para descansar y él aceptó de inmediato.

Sin embargo, tuvo que acercarse cuando su lobo comenzó a molestarlo para ir en busca de su pareja. En otras circunstancias no habría tenido problema, pero seguía algo afectado por su celo, así que esperaba que se justificara su necesidad de cercanía.

Golpeó un par de veces la madera, rogando internamente para que el omega no estuviera dormido.

—¿Sí? —escuchó desde el interior de la habitación y su lobo se sintió mucho más alegre con tan solo escucharlo.

—¿Puedo pasar? No quiero molestarte, pero mi lobo está insistiendo en verte.

Harry rio con ternura y él no pudo evitar imaginar sus preciosos hoyuelos marcándose en sus mejillas —Claro, entra.

Entró a la habitación con algo de inseguridad y cerró la puerta a sus espaldas. Ignorando por completo la cerradura que había agregado por si su omega decidía no pasar su celo juntos.

Se arrodilló fuera del nido y sonrió al sentir el dulce aroma de su pareja envolviéndolo de la mejor forma posible.

Harry estaba desnudo por completo y él no pudo evitar admirarlo sin disimular ni un poco su ilusión.

Su cuerpo estaba totalmente cubierto por pequeños hematomas, mordidas y una que otra marca causada por sus fuertes agarres.

La primera vez que lo vio después de salir de su celo lo invadió un sentimiento de angustia y culpa, pensando que no querría volver a estar con él; no obstante, su omega se encargó de alejar todos esos pensamientos tan rápido como llegaron, diciéndole que amaba cada una de esas marcas y que había sido el mejor celo de su vida.

A veces la mente de Louis era una maldita tormenta, pero Harry era ese rayito de sol que aparecía para calmar a las desastrosas nubes.

—¿Me dejarías entrar a tu nido?

you again || l.sWhere stories live. Discover now