026.

470 28 38
                                    

•••
Mi corazón latía fuerte, sentía que en cualquier momento iba a salirse de mi pecho. Simplemente no podía creerlo.

—¿Cómo? —Lo mire por el espejo.

—Estoy aquí ya, es lo importante... te debo muchas explicaciones pero aquí estoy. —dijo relajado.

Me giré para mirarlo a la cara, seguía siendo el mismo de siempre, el mismo que conocí, sus ojos reflejaban el dolor y la felicidad que tenía en ese momento. Sus manos se posaron en mis cachetes y con su pulgar los acariciaba lentamente mientras limpiaba las lágrimas que derramaba.

El maquillaje Amanda, el maquillaje.

—¿Desde cuando?.

—Eso no importa Amanda, lo importante es que estoy aquí contigo y el nene.

—Tengo que llevar el bizcocho. —me zafé de sus brazos y tomé con mucho cuidado la caja para salir del cuarto.

—Hey, Ortiz. —se quedó parado en la puerta.

Ignore por completo sus gritos hasta llegar al patio, sentí la mirada de Miko y Hozwal como si ellos dos supieran algo, es imposible, me hubieran dicho, ¿no?.

—En 5 cantamos. —avise.

—¿Porque lloras?. —Miko tomó mi cara— ¿Que pasó?.

—Recuerdos.

—¿Porque lloras? Te pregunté.

—Está aquí.

—¿Quien puñeta? —me miro y alzó la mirada hacia mi ventana, se quedó boquiabierta e empezó a reír sin creer lo que había visto.— No te creo.

—Lo acabas de ver.

—¿Como? ¿Cuando?.

—No se María Victoria, realmente no se...

—Después de tres putos años vino aparecer, la real que no puedo creerlo.

Estaba perdida, no sabía que pensar en esos momentos.

—Mami, quiero bizcocho. —Sebas abrazo mi pierna y lo cargué.

—Vamos a cantarte. —sonreí y caminé hacia donde estaba el bizcocho— Llama al tío Ela.

—¡Tío Ela! —gritó Sebas y llegó Ela con el micrófono.

Después del conteo empezamos a cantarle a Sebastián, le cantamos más de cuatro veces y Eladio sin importarle le seguía el juego. Así duramos mínimo 20 minutos.

—Mami, ¿quien es ese? —Sebas señaló al sujeto que  estaba conmigo hace unos minutos en mi cuarto.

Mierda.

Sentí como todos me miraron en ese mismo momento, mi pecho empezó a subir y bajar rápidamente. Hozwal se acercó a mi para amarrarme mi pelo y me pasó una botella de agua la cual me la bebí en menos de un segundo.

—Cálmate, no dejes que la ansiedad te gane, por favor. —tomó mis manos para tranquilizarme así sea un poco.

—Estoy bien.

Se fue acercando al nene hasta llegar a él y agacharse a su altura, le dio la bolsa de regalo y un gran abrazo. Empezó a llorar de manera silenciosa mientras abrazaba a Sebas.

—Amanda, ¿Que hace aquí? —Yandré perplejo hablo.

Todos murmuraban, algunos sonrieron por el momento emotivo entre mi hijo y aquel hombre, otros se acercaron a mi, la mayoría déjame corregir. Me sentía sofocada.

—Necesito coger aire. —corrí a mi cuarto, sentí como aquel me siguió.

—Ortiz, perdón pero tuve que hacerlo. —entró agitado— tuve que hacerlo, sentía la necesidad.

—¿Porque hoy? En el cumpleaños de mi hijo.

—¿Tú hijo? También es el mío.

Bésalo, se que quieres.

—Vete.

—Pasaron tres putos años, Amanda, ¿crees que me iré? —me miro— No lo haré, por algo vine hoy y se supone que no lo hiciera, vine para recuperar ese tiempo perdido, para estar contigo y mi hijo... Ortiz, te llore como no tienes idea, pensando en como estabas, quien iba a ocupar mi lugar, como te iba en el embarazo... Muchas cosas. Estuve pendiente a ti, en el baby shower, en todo momento —su voz empezó a quebrarse y sus ojos no tardaron en aguarse— Y hoy decidí venir a darte la cara y a darte las explicaciones que mereces, si no quieres que me quede, te entiendo, pero quisiera quedarme contigo como antes y ser la familia que tanto queríamos.

No se que decir.

•••

Friends |Omar CourtzWhere stories live. Discover now