Capítulo 2

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-¿Quién anda ahí?-Digo con su voz ronca mientras miraba hacia todos lados con el entrecejo fruncido.

Yo no pude moverme. No podía articular una palabra. No podía dejar de mirarlo. Su mirada destilaba fuerza a pesar de estar fija en la nda. No era difícil adivinar que había sido increíblemente intimidante en su momento.

-¡Respondan! ¿Quién demonios está ahí?-Espetó.

Cuando pude darme cuenta, Emilie se encontraba a mi lado con la mirada nerviosa fija en su hijo.

-Adrien...-Murmuró.

-¿Quién demonios viene contigo?-Le interrumpió. Estaba recostado en su cama cubierto hasta la cintura por las pesadas colchas. Pude notar como apretó en un puño la tela del edredón hasta que los nudillos se le pusieron blancos. Estaba furioso.

-Soy Chloe-Solté de pronto-Chloe Bourgeois.

Emilie me miró aterrorizada y él dirigió mi atención hacia mí.

-No necesito una enfermera-Siseó con desdén.

No pude evitar fruncir el entrecejo confundida y tartamudeé.

-No... No soy una enfermera.

-Tampoco necesito una niñera. No soy un inválido-Me soltó en voz alta.

El coraje comenzó a recorrer mi cuerpo co rapidez. ¿Cömo se atrevía a comportarse de aquella manera si yo no le había hecho nada?

-Adrien, Chloe no es una enfermera; es hija de,,,-Comenzó Emilie.

-¡No me interesa si es hija del presidente de Estados Unidos!, ¡quiero que se largue!-Gritó Adrien.

De pronto, su pecho subía y bajaba rápidamente con su respiración pesada. Las aletas de su nariz se abrián por el coraje y exploté.

-¡No me voy a ir!

La mirada de Emilie era aterrada. Adrien bajó el volumen de su voz diciendo con voz amenazante.

-Vete.

-Sácame-Una sonrisa burlona se dibujo en mi rostro mientras me cruzba de brazos. Sabía que no iba a levantarse de la cama-¿Qué pasa?, ¿no puedes?-Le reté. Sabía que estaba siendo cruel, pero era la única forma de hacerle ver que me necesitaba. Que necesitaba dejar que lo ayudaran. Él bajo la cabeza mientras decía casi en un murmullo.

-No puedo ir al baño por mi cuenta, no puedo vestirme, no puedo caminar sin caerme. No puedo hacer nada...-Su voz parecía haberse quebrado pero cuando alzó la vista, sólo pude ver sus ojos sin vida vidriosos-Vete.

-Yo puedo ayudarte-Murmuré.

Una parte de mí se había conmovido terriblemente al verle de esa forma. Por un segundo pareció tan vulnerable.

Para mi sorpresa, rió.

Rió amargamente mientras decía:

-¿Sí? ¿Cómo? ¿Llevándome al baño? ¿Vistiéndome? ¿Sacándome de mi habitación?-Su risa se apagó dejando solo el dolor de su voz-es denigrante.

-¿Qué pasaría si yo te dijera que puedes hacer eso y más tú solo?-Murmuré con cuidado.

Pude ver un atisbo de asombro y esperanza en su rostro.

-¿Cómo?-Titubeó.

-Puedo enseñarte a ''ver'' el mundo con tus manos. Tus manos serán como tus ojos-Dije con renovada esperanza.

Él frunció el ceño.

-¿Eres ciega?-Preguntó de pronto.

Yo sonreí tristemente.

-No. No lo soy. Pero mis papás si..., ellos me enseñaron a ver el mundo con las manos; si tú quieres, puedo enseñarte.

Vi la duda atravesar su rostro y me volví hacia Emilie. Lucia más tranquila y esperanzada. El corazón se me encogió; me veía como si yo fuera una salvación y no lo era. Solo era una chiquilla que intentaba ser de ayuda.

Di un paso hacia la cama de Adrien y luego otro mientras sentía que el corazón comenzaba a latirme con fuerza contra las costillas. Cuando estuve al pie de la cama.

Pude notar que me percibiá porque olisqueó hacia mi dirección.

-Sal de la cama-Dije con cautela.

-No-Dijo tajante.

Suspiré y me armé de valor. Mis manos se posicionaron sobre la colcha y tiré de ella descubriéndolo.

-¡¿Qué demonios...!?-Exclamó.

-Sal de la cama-Dije intentando sonar firme.

Él no lo hizo. Rodeé la cama hasta quedar a su lado y enredé mis dedos sobre sus muñecas para tirar de él hacia arriba pero fue más rápido y tiró de mí. Perdí el equilibrio y terminé apoyando una rodilla sobre la cama con mi cuerpo abalanzado sobre el suyo y su rostro a pocos centímetros del mío.

Mi corazón comenzó a latir desbocado por su cercanía. Su aroma me golpeó aturdiéndome. Olía a perfume caro, loción de afeitar y menta. Mi cuerpo comenzó a temblar involuntariamente y mis ojos se posaron en los suyos.

En ese momento, podría jurar que podía verme.

-No vuelvas a hacer eso-Su aliento me rozaba el rostro y un extraño escalofrío me recorrió el cuerpo.

Aunque no puedo verte (Adrichloe)Where stories live. Discover now