Capítulo 3

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-No vuelvas a hacer eso-Siseó. Su aliento me rozaba el rostro y un extraño escalofrío me recorrió el cuerpo.

El corazón me latía con fuerza contra el pecho y una extraña sensación de vacío en el estómago me invadió.

Aflojé mi agarre y me tambaleé al incorporarme pero no aparté la vista de su rostro.

-¿D-Dejarás que te ayude?-Tartamudeé intentando sonar tranquila.

Adrien tenía la mirada fija en un punto perdido pero percibía su atención sobre mí.

-Si dejo que me...-Se aclaró la garganta-''ayudes, ¿me dejarás en paz?

No pude evitar sonreír y dije.

-Prometo intentar no ser tan irritante.

Las comisuras de sus labios se elevaron y pude ver un par de hoyuelos dibujándose en sus mejillas.

-Suena tentador-Se pasó una mano por la barbilla pensativo. Reprimí una sonrisa a pesar de que sabía que no podía verme-Si no puedes ayudarme, ¿dejarás de molestarme?

Fruncí el entrecejo.

-¿Por qué no habría de poder ayudarte?, no me subestimes-Fanfarroneé.

Una sonrisa sincera se extendió por su rostro. El tipo de sonrisa que le quitaría el aliento a cualquiera: fresca, sincera, joven... Sus hoyuelos le daban un aspecto infantil, sus dientes perfectamente alineados, y sus labios gruesos y rojos, la hacían una sonrisa irresistible.

Sonreí como boba un segundo hipnotizada por ella pero luego me recordé que debía seguir firme. Estaba tan cerca de conseguir que dejara ayudarse...

-¿Entonces?...-Pregunté mordiéndome el labio interior en un gesto nervioso.

Sacudió la cabeza sin dejar de sonreír.

-Está bien-Dijo.

Abrí los ojos con asombro mientras me volvía hacia Emilie. Ella tenía lágrimas en los ojos y una sonrisa radiante dibujada en el rostro.

-Pero mañana-Continuó-Por hoy he tenido suficiente de ti.

Me volví hacia él y reí.

-Debes acostumbrarte. Soy muy persistente.

-Creo que lo noté.

-Entonces, te dejo-Dije caminando hacia la puerte.

-¿Chloe?...-Dijo su voz ronca deteniéndome en la puerta.

Me volví hacia él dije:

-¿Sí?

-Hasta mañana-Me dedicó su sonrisa encantadora y me quedé idiotizada mirándole.

-Hasta mañana-Musité.

Salí de la casa de Emilie a toda velocidad intentando comprender que acababa que suceder. Todo había salido completamente diferente a lo que había planeado y habían sido los treinta minutos más extraños e interesantes de mi semana. Estaba tan aturdida que no pude concentrarme en la tarea. Decidí dejarlo por la paz; ya le pediría a alguien mañana temprano...

-¿Te encuentras bien?-Me preguntó mi mamá mientras cerrábamos el local de la tienda.

Sonreí y dije:

-Sí.

-¿Qué tal fue todo con el hijo de Emilie?

Suspiré.

-Extraño...-Admití-, no es niño como yo lo pensaba. Tiene mi edad.

Mi madre sonrió.

-Ya veo...

Aunque no puedo verte (Adrichloe)Where stories live. Discover now