Capitulo 34

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-¿M-Me amas?-Pregunté casi sin aliento.

El rostro de Adrien palideció. El miedo se reflejó en sus ojos.

-Chloe. y-yo...

Una sonrisa terriblemente estúpida se extendió por mi rostro. ¡Me amaba! ¡Adrien Agreste me amaba!, definitivamente era la chica más afortunada de la tierra por provocar algo así en él.

-¡Me amas!-Le acusé sin reprimir mi sonrisa.

Adrien frunció el ceño con angustia y dijo:

-¿No estás asustada?

-¡Claro que no lo estoy!, quiero decir, ¡ME AMAS!-Dije emocionada.

Adrien se sonrojó completamente mientras escondía la cabeza en el hueco de mi cuello, Su aliento me causó escalofríos y dijo con los labios pegados a mi cuello.

-Te amo, Chloe.

Mi corazón comenzó a palpitar a toda velocidad con sus palabras y lo abracé con fuerza contra mi pecho.

-Te amo, Adrien-Susurré a su oído.

Él se tensó en mis brazos y murmuró.

-¿Puedes volver a decirlo?

Yo sonreí bobamente y dije.

-¡Te amo, Adrien!

Él me abrazó con fuerza y me besó. Sus labios danzando con los míos lentamente, su lengua buscando la mía, mis manos en su nuca presionándolo contra mí y mi corazón palpitando frenéticamente dentro de mi pecho.

Sus manos se deslizaron por debajo de la playera y acarició mi espalda suavemente, provocando en mi una extraña sensación de vértigo.

-¡Dios mío! ¡Te amo!-Susurró contra mis labios.

Yo sonreí contra sus labios y volvimos a besarnos. Todo era increíblemente perfecto.

(...) (...) (...)

Habían pasado ya siete meses desde aquella noche en la que nos habíamos dicho ''te amo'' por primera vez. No podía creer que lleváramos diez meses juntos; era tan fácil estar con él. Habíamos visitado todos los cafés existentes en la ciudad, habíamos paseado por todo Londres a lo largo de esos siete meses y era increíblemente feliz.

Las discusiones nunca faltaban, pero nunca habíamos dejado que una pelea nos separara demasiado. Ambos éramos celosos y ese había sido, principalmente, motivo de muchas discusiones, pero habíamos sabido manejarlo.

Nuestros encuentros y sesiones de besos eran constantes, sobretodo después de discutir por algo. Generalmente, discutiámos por su renuencia a seguir con su vida. Había insistido innumerables veces en convencerlo de volver a la universidad pero él se negaba rotundamente. Decía que no iba a exponerse a las burlas de la gente que no entendía que estar ciego no era lo mismo a ser inválido. Estaba profundamente enamorada de Adrien y, para mí, cada segundo a su lado era increíble. Jamás habíamos llegado a algo más que caricias y besos a pesar de la sólida relación que teníamos. Cada que estaba a punto de suceder algo más, el miedo me asaltaba y nos deteníamos. Lo amaba por comprender que aún no estaba lista para algo tan grande como eso.

Adrien y Michael se llevaban cada día mejor, incluso, estaban planeando una salida a la playa con sus antiguos amigos. Algo así como una reunión de viejos amigos. Estaba feliz por él aunque me sentía nerviosa por alejarme de él todo el fin de semana.

-¿No beberás, cierto?-Pregunté angustiada una noche antes de que salieran de la ciudad. Lo estaba ayudando a hacer su maleta.

-Por supuesto que no. No te angusties, sólo estaré con mis viejos amigos, nada más-Dijo mientras depositaba un beso sobre mi frente.

-Tengo un mal presentimiento sobre esto-Me quejé.

En realidad lo tenía. No confiaba en una bola de chicos en la playa bebiendo hasta la incosnciencia y las imágenes sobre el accidente de Adrien rondaban por mi mente. Tenía una imaginación muy poderosa y no podía dejar de imaginarme aquel aparatoso accidente en el que Adrien perdió la vista.

-Estaré bien. Me comportaré, lo prometo-Dijo con una sonrisa tierna en los labios.

-Debes ser cuidadoso, amor-Dije intentando alejar los horribles pensamientos de mi cabeza.

-Lo juro, princesa-Dijo.

Al cabo de casi treinta minutos, Emilie se ofreció a llevarme a casa. Yo estaba muy renuente a irme porque no vería a Adrien hasta el lunes por la tarde porque saldrían por la mañana del día siguiente y, tras unos largos minutos despidiéndonos, me llevaron a casa.

Aquella noche no pude dormir. No podía dejar de pensar en Adrien y su dichoso viaje.

''No seas ridícula, Chloe. Sólo será un maldito fin de semana; estás actuando como toda una psicópata'' me regañé mentalmente.

El sábado salí con Sabrina al centro comercial cerca de su casa. Definitivamente necesitaba distraerme. Me invitó a quedarme en su casa y acepté gustosa de tener un fin de semana de chicas. Charlamos a morir y me confesó que había estado intímamente con Michael hacia casi una semana. Me contó como había sido, como Michael había sido todo un caballero con ella y lo mucho que lo amaba.

Estaba feliz por ella. Dar un paso como ese era algo que yo aún no me atrevía a hacer. No por falta de amor, sino por miedo a lo que pasaría.

Nos fuimos a la cama pasadas las tres de la mañana y no sentí haber dormido nada, cuando mi celular sonó.

Gemí contra la almohada mientras lo buscaba a tientas en el mueble junto a la cama.

-Contesta, por el amor de Dios-Se quejó Sabrina.

Tomé el teléfono y respondí sin ver el identificador de llamadas.

-¿Diga?

-¿Chloe?-La familiar voz de Emilie me hizo sentarme de golpe en la cama.

Algo iba mal. Emilie jamás me llamaría a mitad de la noche solo porque sí. Mis pensamientos se precipitaron hacia Adrien y el corazón comenzó a golpearme con fuerza en el pecho. Me costaba trabajo respirar, me sudaban las manos, me temblaba todo el cuerpo y una sensación de pánico se apoderó de mi.

-¿E-Emilie?-Tartamudeé.

-Chloe, Adrien tuvo un accidente.

Sus palabras me golpearon como un látigo. Toda la habitación comenzó a dar vueltas a mi alrededor, la angustia se apoderó de mi y no pude articular palabra alguna ¡Sabía que algo malo ocurrirúa! ¡Lo sabía y no había hecho caso a mis instintos! ¡Que estúpida había sido!

Aunque no puedo verte (Adrichloe)Where stories live. Discover now