CAPÍTULO 11

202 14 5
                                    


FLASHBACK

Wilhelm acariciaba la piel bronceada del chico como si del tesoro más preciado se tratara. Porque para él lo era, de todas las cosas que tenía: riquezas, tierras, móviles de alta gama, ropa carísima, un palacio... Simon era lo más importante, lo que más valor tenía. Se encontraba tumbado encima de su pecho desnudo, suave como la seda, estaba tan relajado que estaba apunto de quedarse dormido en aquella cama de 90 centímetros, pero no, que la madre de Simon llegaría a casa en una hora y tenían que estar los dos presentables, como si no hubiera habido un lío amoroso en aquella habitación, un desastre de gemidos, los te quieros mas sinceros y el enlace de dos almas que estaban destinadas a estar unidas toda una vida.

Wilhelm miró hacia arriba para encontrarse con la imagen más bella que había visto en su vida: Simon con las mejillas sonrojadas, el pelo sudoroso y los ojos brillosos. Y claro como se había quedado embobado mirándolo, Simon bajó la mirada hacia los ojos del príncipe.

-¿Que me miras tanto?-Dijo con una sonrisa dibujada en su cara.

-Es que... Eres precioso. Solo eso.-Dijo el príncipe sonriéndole de vuelta.

-Eres tonto, calla no me mires.- Susurró Simon llevándose las dos manos a la cara para tapar el sonrojo, que se había vuelto más intenso aún.

Hubo un silencio, una pelea de miradas intensas, de corazones latiendo fuertes en sus pechos, de piernas entrelazadas, de manos agarrándose... Wilhelm se arrastró un poco hacia arriba para quedar cara a cara con Simon. Apoyo su cabeza en su mano, que tenía el codo apoyado a su vez en el colchón. Simon acercó lentamente su cara a la del príncipe y juntaron sus labios en un dulce beso. Los movían lentamente, al compás, encajaban casi tan perfecto que parecían hechos a medida. El beso era muy intenso, no por su forma de ser sino por la carga de sentimientos que llevaba encima. Wilhelm besaba a Simon como si fuera el fin del mundo y Simon besaba a Wilhelm como si no soportara la idea de estar lejos de él.

Se separaron y apoyaron frente con frente, respirando fuerte uno contra el otro. Todo era tan perfecto como Simon había estado soñando toda su vida. Había encontrado a la persona correcta, lo sentía dentro, Wilhelm era su hilo rojo. Y todo el mundo le decía que era amor de adolescentes pero él tenía claro que sí, eran adolescentes ¿pero su amor? Su amor era el amor más poderoso y más real del universo entero, que si su amor algún día se rompía, no iba a volver a ser la misma persona nunca más, y todo eso daba miedo, pero merecía la pena arriesgarse.

De repente la puerta de la habitación de Simon se abrió de golpe.

-Me ha llama...¡ Simon!-Exclamó Sara al encontrarse con aquel panorama. Volvió a cerrar la puerta hasta dejar sólo una rendija.

-Joder Sara ¿no podías llamar antes de entrar?- Dijo Simon elevando la voz.

-¡Y tú no podías avisar de que ibas a traer a Wilhelm y ibais a... eso!- Gritó Sara desde el otro lado de la puerta.

Simon se levantó de la cama para comenzar a vestirse con prisa mientras que Wilhelm estallaba en risas todavía tumbado en la cama. La situación era graciosa cuanto menos. Simon le lanzó su camiseta a la cara al príncipe ya que le estaba contagiando la risa. El moreno se sentía nervioso todavía por el suceso, no era justo que Wilhelm se lo tomara a risa. Se terminó de poner los pantalones y antes de salir le siguió lanzando ropa al príncipe a la cara.

-Mas te vale estar vestido para cuando vuelva a entrar en la habitación.-Se dirigió a Wilhelm señalándolo amenazante con su dedo índice.

-Como usted ordene mi señor...

-Eres un idiota.-Dijo Simon saliendo de la habitación.

Caminó por el pasillo hasta llegar a la habitación de Sara que estaba pegada a la suya. La puerta estaba entreabierta, y Sara se encontraba en su mesa de estudios, a oscuras pero con la lamparita de estudio encendida, sacando sus libros de la mochila con intención de ponerse a estudiar.

Runaway | Young RoyalsWhere stories live. Discover now