CAPÍTULO 14

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PRESENTE (Vacaciones de invierno)

Si le preguntaban a Wilhelm, estaba cada vez más hecho un lío, en su mente los pensamientos surcaban como estrellas fugaces en el cielo. Llevaba todas las vacaciones de invierno huyendo de lo que tanto le atormentaba, huyendo de un amor que le había atrapado tan fuertemente que no sabía si era físicamente posible que le soltase. Había pasado por todas las facetas de una ruptura dolorosa: Negación, enfado, tristeza, desesperación, incluso la típica etapa de "pasar de página" donde eres super positivo y decides seguir adelante como si nada pudiera romperte.

Pero nada había funcionado, todo había sido una ilusión, se sentía abrumado por su propia mente, porque cada una de las decisiones que había tomado en aquellas vacaciones habían girado entorno a ese chico de pelo rizado que intentaba no amar pero que cada día, por lejos que estuviera, amaba más y más. Y cada día estaba mas cansado de aquella tortura en la que vivía. No entendía porque su mente no le podía dar un respiro. Se preguntaba si Simon sentiría lo mismo, cada día, a cada minuto, pero prefería no saber la respuesta, porque si era un no estaba seguro de que su corazón terminaría por romperse si es que todavía no lo había hecho.

Estaba en su habitación, el reloj marcaba las doce de la noche, y como de costumbre no podía dormir. Se podría decir que estaba más susceptible de lo habitual, llevaba todas las vacaciones tirado en aquella gigantesca cama, dando vueltas en ella y derramando vagas lágrimas sin fuerza, cansado de levantarse cada día sin un propósito fijo, o que el supiera, porque el propósito de su alma era dejar de sangrar y comenzar a curar.

De un momento a otro, su teléfono, que estaba encima de la mesilla de noche, estalló en vibraciones leves y un sonido un tanto irritante para el príncipe. Era tarde, pero aunque le pareciera extraño no dudó en estirar su mano y alcanzar aquel aparato que tantos dolores de cabeza le daba.

Tan pronto como leyó aquel nombre en la pantalla, un escalofrío recorrió su cuerpo tan fuerte que se sorprendió de no haberse caído de la cama al suelo. "Simon <3". Y sin avisar una gran preocupación se instaló en su mente, ¿Y si le pasaba algo? ¿Y si estaba en peligro? ¿O simplemente quería volver a hablar?

Se incorporó en la cama, con un brazo apoyado en el colchón y desesperadamente descolgó el teléfono. Se lo llevó a la oreja sintiendo un atisbo de pánico recorrer sus venas.

-¿Simon?

El silencio se apoderó de aquella llamada. Lo único que Wilhelm podía escuchar era su corazón latir en su pecho.

-Simon dime algo. ¿Estás bien? -Pronunció con la voz temblorosa el rubio.- Por favor.

Silencio. La llamada se colgó automáticamente y Wilhelm sintió las alarmas de alerta encenderse en su interior. Rápidamente volvió a llamar a Simon.

Un tono, dos, tres...

Y otra vez.

Uno, dos, tres, cuatro...

Simon no le cogía el maldito teléfono y estaba comenzando a desesperarse. Sentía la piel de gallina y el pelo de los brazos erizados. Algo no le encajaba en aquel rompecabezas. Primero Simon quería espacio, luego lo llamaba y después de 5 minutos de silencio no le cogía las 2 llamadas que le había hecho. Aquello no le daba buena espina, honestamente.

Y como si el destino hubiera sido el cómplice de aquellas llamadas silenciosas, y con aquella oportunidad en sus manos, Wilhelm se levantó de la cama bruscamente y busco un pantalón decente que había entre los que adornaban el suelo de su habitación. Era la oportunidad que había colmado el vaso, porque el príncipe llevaba todas las vacaciones intentando pasar página, sin darse cuenta de que Simon y él eran como dos imanes, con la fuerza suficiente de atraerse a la mínima oportunidad que tenían. Wilhelm no se daba cuenta, pero subconscientemente sabía que el hilo rojo que los unía no era tan largo como el que unía al resto de las personas. Que era el culpable de que a la mínima que tiraban un poco, se acercaban más y más.

Runaway | Young RoyalsWhere stories live. Discover now