🔥CAPITULO 3🔥

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SIN EDITAR.

Mía, 21 años…

🫦<<{Mia}>>🫦

Estoy con Luciano desde hace dos años, los peores de toda mi existencia.

Cuando recién nos pusimos a salir era amable, bueno, me daba muchos detalles, me invitaba a comer fuera, a pasear.

Todo cambió dos semanas después de que se los presenté a mi familia.

Se volvió un ser despreciable y violento, constantemente está insultándome, diciéndome lo feo que es mi cabello.

Me sujeta con fuerza muchas veces y me amaga con golpearme, incluso ha tirado objetos justo al lado de mi cabeza.

También me engaña, yo lo sé, lo hace desde el tercer mes de novios.

Pero todo eso no es algo que en realidad me importe, tranquilamente podría matarlo, pero no puedo deshacerme de él, necesito que siga diciéndole a todo el mundo que es mi novio.

Que soy una estúpida enamorada de él que no lo puede dejar y le doy todo lo que pide.

Esa es la única opción para que mis hermanos no sepan que los he amado como algo más que hermanos desde los 15 años.

Está claro que nunca dejaré que me golpee, así que mientras lo tenga entretenido con alcohol y fiestas y una mujer guapa se le cruce no lo intentará.

Lo necesito vivo aún.

Pero no lo dejaré sin ninguna cruz que lo condene, no, soy devota de la venganza, la silenciosa es mi preferida, por esa razón aprendí a cocinar.

Mezcló con cada cosa que le cocinó alucinógenos, empecé a hacerlo desde hace ocho meses, momento en el que pensó que sería una genial idea arrojarme un vaso de vidrio.

Mi venganza es una que se cocina en frío, llevará su tiempo, pero se que cuando termine estaré orgullosa.

La razón por la que son alucinógenos y no veneno es simple, no lo quiero muerto, quiero que empiece a pensar que está loco y conmigo a su lado diciéndole cosas de las que él no recuerde.

Porque claramente no las dijo.

Hablando con el aire mientras le digo que es su madre, su hermana o uno de sus amigos, mientras que él no ve a absolutamente nadie.

Llevo haciendo eso seis meses.

A la larga empezará a volverse loco, aunque no le falta mucho.

Y cuando eso suceda inicia la segunda fase de mi plan.

Llorarle a su familia por lo mucho que mi amoroso novio cambió, omitamos el sarcasmo.

La última fase de mi venganza es internarlo en un centro psiquiátrico de alta concentración.

Nadie es mejor que una D'Angelo y aunque él crea firmemente que es mejor que yo por mostrarme frente a él con actitud sumisa y aterrada, no soy más que una cazadora a punto de comerse a su presa.

Mía: Toma, amor, lo que me pediste.

Le doy un postre que había cocinado hace unas horas y lo había dejado en la heladera de su casa.

En mi casa no es bienvenido la abuela Arlene lo odia y no quiero hacer pasar por eso a mis hermanos.

Por lo que la mayoría del tiempo estoy aquí, en su departamento, que yo le regale, porqué según lo que le escuché decirle a su mejor amiga, soy una idiota que siempre le doy lo que pide.

Me pidió un carro de último modelo, se lo di, pero él no sabe que vacíe sus cuentas, casualmente hackearon todos los bancos y su cuenta resultó robada.

Lloro y me suplicó que le diera dinero, le di de lo que saque de sus cuentas, tenía mucho más dinero de lo que salía el carro, pero prefiere gastar el mío porque soy una inútil que se deja robar.

Ni modo, una pena, ¿No?

Intento no reírme cuando su rostro demuestra confusión.

Luciano: No pedí esto.

Mía: Amor, me pediste una porción de postre hace cinco minutos, come así podemos irnos.

Odio, detesto, me da asco, llamarlo amor, él no es tal cosa.

Luciano: ¿Irnos?

Mía: Amor, arreglaste con tus amigos para que salgamos, ¿Lo olvidaste?

Luciano: No, no, claro que no —come apurado el postre y sonrió por eso— me cambio y vamos.

Corre hacia la habitación.

Claramente él no fue quién organizó la salida, fui yo, pero tengo que hacerle creer que está olvidando cosas.

Aparte, prefiero estar con sus amigos que verlo toda la noche, son hombres hermosos y muy lindos conmigo.

Lastimosamente me enamore un poco de ellos, por todas las veces que me protegieron del imbécil.

Sale de la habitación cambiado con una camisa blanca y unos jeans negros, se toma un momento para verme.

Luciano: Ese vestido es muy corto, ve a cambiarte.

Mía: Me llega a medio muslo.

Mentira, me llega mucho más arriba.

Luciano: Ve a cambiarte o te quedas aquí.

Viene hacia mí a paso amenazante, fingo temblar un poco lo que lo hace sonreír, llega frente a mí y levanta su mano.

Cierro los ojos y me encojo en mi lugar dando la impresión de que me da miedo que me golpeé y siento sus nudillos en mi mejilla acariciándola.

Luciano: Serás una buena novia y te cambiarás por algo que te tape todas las piernas.

Asiento con la cabeza aún con los ojos cerrados y cuando separa su mano me voy a la habitación donde tengo varias prendas de ropa.

Me pongo con rapidez un pantalón de cuero, unas botas altas de tacón y un body verde que hace juego con mis ojos.

Cuando estaba terminando de subirme el pantalón la puerta se abre y entra Luciano.

Luciano: Podríamos faltar.

Se acerca a mi espalda pegando su asquerosa erección en mis nalgas.

Mía: Dijiste que tenías que hablar algo importante con tus amigos, algo sobre el nuevo carro que querías y sobre una compañera de trabajo… ¿Catalina?

Le recuerdo algo que es mentira, ya que la reunión la organice yo y bueno, el nombre si es verdad, Catalina es una de las muchas que se folla porque yo no quiero hacerlo con él.

Se separa de mí con una sonrisa al recordar a la mujer.

Luciano: Tienes razón, vamos.

Me toma con fuerza de la mano y casi me hace caer cuando salió rápido casi corriendo hacia su carro.

Me hace montarme, él se monta del lado del piloto, salimos a toda velocidad al club.

Mía.  9°Where stories live. Discover now