Capítulo 15 (parte 2)

197 27 45
                                    


Capítulo 15

Parte II

El plan y la llama del amor.

(IMAGEN DE REFERENCIA, EL CÍRCULO

(IMAGEN DE REFERENCIA, EL CÍRCULO) 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La noticia en el Círculo o llamado también Pequeño Edén, se conformaba en el siguiente orden de relevancia: día soleado sobre los veinticuatro grados de calor. El césped recién mantenido y con un color verde perfecto similar al sintético. Las horas laborales aumentaron en un catorce por ciento. Toque de queda desde las dieciséis horas hasta las cuatro de la madrugada. El horario de colación se redujo en unos doce minutos. La oratoria, ahora se efectuarían dos veces a la semana: lunes y miércoles.

No se habla del presunto ataque de los bárbaros.

No se habla porque nunca hubo aquello.

Solo había sido un simulacro.

Nada podía atentar realmente contra el mundo perfecto y feliz que tenían en su Pequeño Edén.

—Salud, paz y felicidad —Saludó Bárbara en dirección al Doctor Kaneswaran. El hombre giró sobre su silla y le dedicó una sonrisa amable.

—Bienvenida, tome asiento, dame. —ofreció mientras de su cajonera, sacaba uno de sus plumas—. Me han comentado que estos días has presentado algunos problemas, ¿me puede comentar un poco sobre ello?

—Claro —asintió—. No estoy muy concentrada en mis labores y estoy con dificultad para conciliar el sueño.

—¿Ha realizado alguna acción frente a estos cuadros?

Ella le miró temerosa. —Acción... he consumido mi cuota diaria de Oasis.

—¿No ha reflexionado?

Reflexionar no era precisamente lo que se debía hacer. No en ese mundo feliz.

—Por supuesto que no. —respondió con un dejo de ofensa, la castaña—. Es impropio, doctor.

—Lo lamento, no quería ofenderla. Solo que a veces es bueno recordar a nuestros habitantes que nuestro lema es claro Salud, paz y felicidad. Para ello, la filosofía queda fuera de todo esto.

—Y el tiempo de ocio. —agregó con una sonrisa genuina, Bárbara—. Todo lo que me ha dicho lo tengo muy presente, doctor.

—Bueno, entonces creo que solo debemos aumentar la dosis de Oasis. Ahora hay más curro y no queremos que te quedes con espacios en blanco. —mencionó Kaneswaran. Se puso en pie acercándose a la estantería de vidrio. De allí sacó una caja, dentro de ella al menos unas diez tabletas—. Tomarás la dosis diaria y al medio día otra. —recetó—. Con ello, tu foco estará en tu trabajo y por la noche, descansarás plena y realizada.

Amazona «ls»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora