Por un latte | parte V

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Después de una larga y agotadora semana el sábado había llegado.

Estaba de pie frente al espejo de su habitación. Para esa ocasión especial había escogido un palazzo de color azul marino, con un escote en v para facilitarle el darle de comer a Mahoro. Llevaba un collar de plata y un par de pulseras, quería verse elegante, pero casual. Y eso fue lo mejor que se le ocurrió. Unos zapatos altos de tacón completaban su conjunto.

Tenía la brocha en una mano, poniendo un poco de rubor en sus mejillas con una expresión de concentración total.

Cuando estuvo satisfecho dejó la brocha y se detuvo a mirarse una última vez, entonces soltó un suspiro largo y cansado.

—Hace mucho que no voy a una cita… —dijo a su reflejo—. Una cita… con mi jefe…

Cuando lo dijo en voz alta comprendió en lo que se había metido. No había pasado ni un año desde que su alfa se fue y él ya estaba saliendo de cita con el hombre que lo contrató como su secretario.

—¿Qué rayos estoy haciendo? —se reprochó—. Tengo cosas más importantes que hacer, debería estar haciendo horas extras. Mahoro crece muy rápido, va a necesitar ropa nueva, y luego vendrá la escuela, los festivales escolares… No puedo estar perdiendo el tiempo…

Como si intentara regañar a su madre Mahoro balbuceó, a sus cinco meses intentaba ser una parlanchina. Izuku fue hacia ella, acostándose a su lado en la cama (esa que en algún momento compartió con su jefe).

Le había puesto a su hija ese vestido rosa que le dió la madre de Kai y una diadema de tela con un moño enorme, era simplemente adorable.

—Pero tú ya te encariñaste con Kacchan, ¿verdad?

Y su pequeña respondió con gorjeos felices por la mención de ese nombre. Izuku no pudo evitar tomar su pequeña mano para llenarla de caricias y besos.

—No quería meter a otro alfa en nuestras vidas… Pero Bakugo-san es muy amable… Y si es sincero quizás podríamos darle una oportunidad, ¿tú qué opinas?

Mahoro rió balbuceando algo parecido a “Ba ba”

—Sé lo que es crecer solo y no quiero eso para ti… Yo quería que tu papá estuviera contigo…

Sintió un nudo en la garganta con sus palabras, el recuerdo del abandono aún dolía, más de lo que a veces era capaz de soportar. Aunque su pequeña no entendía el porqué del dolor de su mamá, sí podía entender que los abrazos calmaban a Izuku, por eso extendió sus brazos pidiendo que su madre la cargara y él obedeció acunando a su pequeña entre sus brazos.

—No importa que pase… mientras te tenga conmigo voy a estar bien y encontraré la forma de que también estés bien, te lo prometo mi niña.

Mahoro se revolvió hasta acomodarse en su pecho decidiendo que quería jugar un poco con el cabello esponjoso de su mamá.

El sonido de un claxon los sacó de su ensoñación, Izuku salió de la cama de un salto, mirándose al espejo por última vez. Volvió a poner su cabello en orden y acomodó el moño de Mahoro. Tomó la bolsa donde llevaba un cambio de ropa extra para su pequeña, además de otras cosas esenciales, luego bajó las escaleras a toda velocidad.

Cuando Izuku abrió la puerta dos miradas nerviosas se encontraron.

El alfa quedó boquiabierto ante la perfecta imagen de ese omega que lo tenía vuelto un completo tonto, cargando a su adorable niña que lo veía con una sonrisa, extendiéndole los brazos para que la sujetara.

—Se ven… ambos son… —balbuceó Katsuki—. Mahoro se ve muy linda —dijo cuando recuperó la calma—. Y tú te ves increíble.

El sonrojo que inundó el rostro de Izuku fue inevitable.

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora