PERFECT

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Su nombre era Izuku Midoriya, tenía apenas veintidós años cuando su padre concertó su matrimonio con una joven del mismo poblado en que vivían. Ella era una diligente ama de casa, de cabello castaño y ojos soñadores del mismo color, era amable y bondadosa. La joven pareja vivió en armonía por un tiempo, ella haciéndose cargo de las labores del hogar, él concentrando en sus estudios, los cuales pronto lo llevarían a ser uno de los médicos más reconocidos de la zona.

Izuku viajó por muchas ciudades atendiendo un sinfín de pacientes, pronto se hizo de un buen nombre y fue reconocido por su destreza en el campo de la medicina. Llamó la atención de muchas buenas personas, se hizo de buenas amistades, siempre fue un hombre de bien. Por esa razón nadie encontraba una explicación para lo que hizo.

Un buen día empacó sus maletas y salió de la ciudad, dijo que iría a un congreso en otro estado, eso fue lo último que se supo de él, pues jamás volvió a ser visto; abandonó a su esposa y a su familia, no dejó tras de sí una carta o alguna explicación, simplemente se fue dejando detrás una herida profunda de abandono y tristeza. Su esposa quedó desolada, sus padres angustiados, pero el joven doctor nunca volvió.


[...]

Diez años después de su abandono Ochako Midoriya comenzó una nueva vida junto a quien alguna vez fue colega de su ex-esposo, su apellido pasó de ser Midoriya a Tenya.

Ellos se mudaron a un pequeño poblado a las afueras de Portland, una ciudad pequeña y modesta, pero suficiente para que su esposo instalará su consultorio y diera clases en la universidad de la zona.

Una mañana fría, luego de desempacar, ella yacía sentada en su cama aún con la ropa de dormir, mirando una vieja fotografía que encontró entre el cúmulo de papeles de las cajas desempacadas; en ella se veía tan feliz, portando su vestido blanco con orgullo, tomada de la mano del hombre que alguna vez amó. Izuku se veía tan apuesto como lo recordaba, aún con ese aire infantil sobre sus facciones solía llevar en la mirada cierto orgullo y determinación. Recordaba con nostalgia sus bellos ojos verdes, a veces demasiado fatigados, otras brillantes de cierta pasión agobiante por la ciencia que estudiaba. A veces le costaba sacar su mente de los recuerdos dolorosos, pues el paso de los años no había borrado el amargo recuerdo de su abandono, dolía sobremanera pensar que ese hombre al que admiraba la había dejado sola.

Alguien tocó a su puerta con suavidad para sacarla de su ensoñación, levantó la mirada para encontrar a su esposo mirándola condescendiente.

—Puedes quedarte en casa si lo necesitas —invitó cortés.

—No, no hace falta —dijo enjugándose las lágrimas discretamente—. Es mi deber como esposa mantener una buena relación con nuestros vecinos.

—No tienes que hacerlo si estás indispuesta…

—Cariño, estoy bien.

Ella guardó la foto sin más, luego se levantó para enfrentar a su esposo. Limpió los restos de pelusa de su traje y puso en su lugar la vieja corbata.

—Es un día importante para los dos, tu primer día dando clases, es muy emocionante.

Él la escuchó tranquilo, si bien estaba preocupado y lo carcomían las ganas de sacar “ese” tema para tranquilizar a su esposa, sabía que ella no lo permitiría, haría hasta lo imposible por no mencionar ese nombre que aún le provocaba nudos en la garganta.

Tomó sus manos para mantenerla quieta y la miró de esa forma que desde el principio los unió.

—Volveré a más tardar las cinco, pero me gustaría que me esperarás para cenar.

—Lo haré amor, estoy ansiosa por saber cómo fue tu día.

Ella se puso de puntitas, y él entendió el gesto, se inclinó para besarla con ternura.

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⏰ Son güncelleme: Mar 04 ⏰

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