²³ Capitán

832 122 83
                                    

Blair

Mushu nos recogió a todos en la entrada trasera de las minas, esa por donde habíamos entrado mi grupo y yo hace una hora atrás. Nunca creí que el moreno era capaz de conducir tan rápido, pero lo hizo, esquivó millones de flechas de treperas de los refugiados que optaron por correr detrás del vehículo y aquí estamos: sentados en los asientos de la caravana con compresas de hielo en nuestras heridas y vendándonos cómo podemos.

Zayn sostiene una de esos cubículos de hielo en mi sien. Desde que logré subir a la chatarra, se ve y actúa extraño. Luego de ser perseguida por una refugiada enloquecida que gritaba que había asesinado a su hijo, entré de un salto a esta cosa, él me cogió de la mano y me guío hasta los lugares de atrás, bastante lejos del resto. Se sentó a mi lado y me trató como si de verdad le importase. De hecho, para que se den una idea de la gravedad del asunto, ya me ha preguntado más de cinco veces que cómo me sentía y si la presión que estaba ejerciendo sobre mi herida era la justa o me estaba haciendo daño.

En fin.

Hombres, nunca los entenderé.

A pesar de aquello, entiendo su preocupación. Soy una cotorra por donde se me mire, hablo hasta por los codos todo el tiempo, y desde que subí, no dije ni una sola palabra. Ni al rubio ni a nadie. Creo que la situación pudo conmigo esta vez.

Asesiné a una persona.

Maté a alguien.

Le arrebaté el hijo a una madre.

¿Soy una asesina por querer salvar a mi amigo?

Sí, lo soy.

Por un segundo, olvido que estoy a su lado y dejo que esa lágrima que tantas ganas tiene de salir, lo haga.

―No es tu culpa, Blair―me susurra como si acabara de leer mis pensamientos y, con su mano libre, me hace una pequeña caricia en la mejilla, quitando la lágrima de mi ojo.

Sigo enfadada con él, pero también sé que es la persona indicada para tener esta charla ya que... él también ha matado a alguien para salvar a uno de los suyos. Y seguro, esa no fue su primera vez ni será la última.

―Maté a su hijo ―balbuceo como puedo.

Zayn me mira con cierta pena. Lo valoro porque su parte sensible no está muy desarrollada que digamos.

―Todos pasamos esto cuando lo hacemos por primera vez ―me explica, serio, como si estuviera recordando algo de su pasado―. Todas las primeras veces asustan y es normal.

―No estoy asustada, estoy... ―mi mano tiembla por esos mismos pensamientos que me hacen sentir sucia, la mala de la película, la oscuridad. Parte del otro bando. El rubio lo nota al instante y la toma con fuerza―. Gracias ―murmuro un poco más tranquila.

Su tacto hace que viaje a otra realidad, me quita un poco de lo malo del presente y eso es lo que de verdad me asusta. ¿Por qué solo me siento segura a su lado? No quiero depender de sus caricias, de sus palabras de aliento, de todo él. Joder, esto es una mentira y yo vivo en ella.

―Mi primera vez también fue intentando salvar a alguien ―se abre un poco más conmigo, pero no logra hallarme con su mirada. No lo obligo porque sé que aún no está listo, debo darle su espacio―. Era una persona que yo apreciaba mucho ―parece dolerle lo que dice, la mano que tenía sosteniendo la compresa de hielo en mi sien empieza a notarse temblorosa―. Se había metido en un lío por mi culpa y estaba en peligro, y yo... ―Ahora soy yo la que toma su mano para que se sienta más seguro― no pude hacerlo a tiempo, pero terminé asesinando a la persona, al fin y al cabo.

Besos en Guerra ©Where stories live. Discover now