²⁷ Verdades a la luz

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Blair

La brisa en el combate del día de hoy, es más cálida de lo normal. Sé a la perfección que en cualquier momento podría acabar de dos formas: 1) Arrancándome la piel y 2) Desnudándome al frente de estos hombres, cosa que no me favorecería en mi caso por el simple hecho de no tener pene.

Ha pasado una semana desde aquella noche tan especial y tan contradictoria para mis principios de no acostarme con ningún gilipollas. ¿Debería tomármelo muy en serio? No, es solo un poco más de sexo en mi vida. El mejor. Y con el chico que me resulta insufrible en la mayoría del tiempo y que me hace sufrir. Pero solo es un polvo más del resto, ¿no?

—¿Has follado con el capitán Rogger? —me pregunta Mushu, despacio, mientras lanza un puñetazo al cuadrado acolchado que me dio segundos atrás el rubio para que aprendamos a tener mejor precisión.

—¿Qué? —sostengo el blanco de Mushu con menos fuerza por culpa de la sorpresa y casi me da un atractivo golpe en la cara. Lo esquivo—. ¿Por qué lo dices?

—No deja de clavarte la mirada desde que llegamos —responde intercalando su visión de mi cuerpo hacia el de él—. Es... intenso. Y no es de odio al pleno como antes, en lo absoluto. Me siento intimidado. ¿Debería irme? ¿Dejarlos solos en un telo o...?

—Mushu —ese llamado se oye en forma de regaño—. Él y yo no... Bueno, es decir, no tan así como...

Sonríe y su ceja asciende mucho más de su posición normal.

—Deberías aconsejarle a tu novio que comience a mirarte el culo de una forma más disimulada —aconseja él y yo le respondo con un golpe al oír el grito de Zayn que indica que tenemos que cambiar de rol.

—No es mi novio —salto con mucha rapidez.

—Vale —no suena muy seguro de mis palabras—, ¿en qué quedó eso de no estar más con un gilipollas o, al menos, comunicárselo para que cambie su comportamiento de gilipollas?

—¡Patada! —indica el rubio y todos los soldados obedecemos.

Mi pie golpea el centro del cuadrado, Mushu da un paso hacia atrás del impacto y asiente, orgulloso, de mi logro justo antes de que me atreva a responderle:

—Pues lo hice, se lo dije en la cara ebrio y no-ebrio, y luego... luego pasaron cosas que llevaron a las otras y...

—Terminaron follando, te dio como cajón que no cierra y eso ocasionó que te olvides de que te hizo sufrir como una niñata porque, en otras palabras, jugó contigo y te hizo quedarte sin lágrimas.

—Mushu... —vuelvo a regañarlo para que hable más bajo. De no ser así, terminará todo el equipo enterándose de todo.

—Ya, ya lo pillé, me siento superinteligente.

Pongo los ojos en blanco.

—¡Giro, paso, puñetazo! —masculla Zayn comenzando a acercarse hacia donde nos encontramos nosotros.

Doy un giro limpio.

El paso.

Y el puñetazo solo se queda en puñe porque me mareo y no llego a golpear el cuadro por culpa de que aterrizo en el piso. Siento la arena entrar por esa pequeña herida que me hice en el brazo. Joder. Como arde.

Achino los ojos por el dolor aunque, en parte, ya he sufrido miles de cosas peores con Zayn.

—Arriba —el rubio me da la mano para que me levante. La acepto, desconfiada, pero la acepto—. No te dejaré irte hasta que te salga, ¿oíste?

Besos en Guerra ©Where stories live. Discover now