²⁸ Otro amor

818 94 42
                                    

"Pero todas mis lágrimas
las he gastado en otro amor"
~Another Love

Zayn

Terror.

Terror fue lo que sentí.

Mi cuerpo estaba sobre ella cuando escuché el primer disparo. Había jurado que ya la había devuelto al refugio donde el resto del campamento que no eran soldados se protegían del combate —como la gente que trabajaba en limpieza como ella, el comedor y cuidando a los caballos— pero al parecer, fue todo un sueño. Nos quedamos dormidos luego de hacer el amor en un sueño plácido, muy plácido. Y me arrepiento de eso, me arrepiento toda mi jodida vida.

Lidia lucía débil a mi lado, llevaba pocas prendas de ropa y, al oír el disparo demasiado cercano, creí que estaba delirando. A pesar de que ya nos habíamos excedido el tiempo para que ella se refugiara, el combate recién empezaba al día después y eso se debía cumplir por un pacto hecho en el pasado. No podía ser real lo que mis oídos acababan de captar.

Pero sí lo era.

Mis cejas se fruncieron y todos los malditos músculos de mi cuerpo se tensaron. No sirvo si me destruyen la rutina y menos si se trata de entrar en acción con rapidez, por algo me levanto dos horas antes de tener que socializar o combatir con alguien.

Parpadeé varias veces mientras me ponía de pie, intentando concentrarme en no caer al piso de lo dormido que estaba. Mi primer instinto fue cubrir a Lidia con todo lo que había cerca, almohadas, mantas, todo. Si se trataba de un atraco, quizás podía pasar desapercibida si no se movía. Lo segundo, hubiese sido ir a cubrirme con una buena armadura y tomar mínimo un arma de las buenas de mi habitación oculta, pero por obra del destino, el sensor no reaccionaba a mi tacto. Hasta el día de hoy, no sé si fue por el temblor que padecían mis manos o solo porque la vida me la quería poner difícil.

—Joder —pronuncié de la forma más desesperada que pude. Pateé la pared con intención de forzar su sensor al oír pasos sobre el techo de mi habitación. Estaban cerca y yo no tenía como defenderla. Y lo peor de todo era que ya estaba despierta. Me paralicé al verla sentada, ojeando el techo, austada y corrí hacia ella al ver en sus pequeños ojos miles de preguntas—. Están atacando. Los refugiados. Vienen. Debo... debo llevarte al refugio.

—Cariño —dijo al mismo tiempo que sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas de la desesperación.

Se puso de pie en cuanto mis manos se juntaron con las suyas y, mientras se colocaba como podía unos shorts de los pesados para cargar armas que estaban tirados allí, yo tironeé de su brazo. No podía cambiarse en ese momento, todo quitaba tiempo de ventaja para huir.

—Respira y escúchame con atención
—le pedí acorralándola a la pared más segura que veía en mi habitación. El resto, tenía mucha visión a una de las ventanas que había antes allí y, cualquier persona que se asomara, podría romper un vidrio y lanzarse a ella—. No abre la pared y no tengo otra arma. Es peligroso salir de aquí —Se escuchó otro disparo y percibí al instante como volvió a temblar. La abracé con fuerza y pegué su cabeza a mi pecho. Me rompía el alma verla así por mi culpa, por no haberme resistido a ella la noche anterior—. Debo proteger al ejército —murmuré despacio—, pero también debo protegerte a ti y eso es físicamente imposible. Debes prometerme que no saldrás de debajo de mi cama y que te cubrirás la cabeza con las manos, ¿vale?

—No te vayas —me rogó, vulnerable—. Por favor.

El corazón se me estrujió al oír esas palabras junto a tres fuertes disparos de un arma que no conocía. Venía del pasillo y eso solo quería gritarme que debía apurarme. Apreté su agarre y besé su cabeza.

Besos en Guerra ©Where stories live. Discover now