Capítulo 10.

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Capítulo 10.- Los valientes aprenden a nadar primero.




Él ha estado evitándome.

Definitivamente ha estado evitándome.

Ha sido así desde hace semanas después de la gala. Después de que el hombre "soy casado" me diera un beso que definitivamente no daría alguien que juró amor eterno en un altar.

Oh, definitivamente alguien que es indiferente a otra persona, no le besaría de esa manera tan ardiente e intensa.

Y mierda, realmente debo concentrarme y dejar de pensar en eso.

Resoplé antes de darle un trago a mi café, ese que me ayuda mantenerme despierta noches como esta: noches en las que la inspiración viene a mí como un tornado y tengo que aprovecharme de ella para contar esas historias escalofriantes y oscuras que adoro contar.

Recuerdo exactamente cómo fue la primera vez que escribí.

Claro, no fue en una computadora como ahora. No, fue en un cuaderno con hojas viejas y duras, con un bolígrafo antiguo que le robé a mi abuelo: el padre de mi madre.

Tenía casi dieciséis en ese entonces.

No era terror. No, no era terror y por supuesto no era un libro de muchísimas páginas como los que escribo ahora.

Era un cuento mal escrito en hojas en las que mis lágrimas caían mientras las llenaba de tinta.

Fue después de lo del ático.

Fue después de que mi padre asesinara a mi perro.

Fue después de que tío Dante se marchara aún después de prometer que estaría con mamá y conmigo siempre para protegernos.

Fue después de la noche en el establo.

La protagonista de mi relato, lograba hacer justicia sola y lograba ser libre del infierno que la carcomía todos los días.

Lograba acostarse en el pasto, mirar al cielo y sonreír porque finalmente había terminado. Su dolor había cesado y la esperanza había llenado cada parte de su ser.

¿Yo alguna vez me acostaré en el pasto, miraré al cielo y sabré que ha terminado?

¿Alguna vez cesará el dolor que convertí en odio y frialdad?

Creo que esto último es imposible, sé que aún después de que consiga vengarme de los que me dañaron tanto, los que me convirtieron en esta víbora maldita con un corazón de piedra y un alma congelada, el odio no se irá.

Jamás se irá.

Y la niña dulce, inocente y llena de vida que era antes de todo lo que me pasó, jamás regresará.

Jamás seré ella de nuevo.

Respiré profundamente y llevándome mi taza de café, apagué la laptop que decidí subir a mi habitación para poder observar por la ventana cada vez que desee. Cosa que hago justo ahora.

Son más de las tres, así que las luces de su casa están completamente apagadas, solo la cortina de la ventana de la cocina está abierta, pero está a oscuras.

Torcí un poco los labios.

―Definitivamente arderé en el infierno...―Silbé un poco, aún sin apartar los ojos de su casa.

Por el reflejo pude notar a Sultán, quien se encuentra en mi cama, alzar las orejas al escuchar mi silbido.

Me giré sobre mis talones para caminar a él.

El juego de Lucifer. Where stories live. Discover now