Capítulo 14.

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Capítulo 14. Los secretos no duran toda la vida.



Dean Causer.



El agua helada empapó todo mi cuerpo en un intento de bajar la calentura.

Me tallé el rostro con fuerza y rabia mientras soltaba un gruñido.

La detesto, pero si hay algo que detesto más, es lo que consigue provocarme. Detesto la manera en la que mi polla y mi cuerpo entero reaccionan a ella.

Detesto no dejar de pensar en ella recostada en su cama, con las piernas abiertas y las tetas al aire.

Ella sabe lo peligrosa que puede ser para cualquier hombre.

Y de nuevo acaba de demostrarlo. Joder, es que ni siquiera pude resistir las ganas de tocarla.

Bastante me he aguantado las ganas de follarla.

Recargué mis palmas contra la pared del baño y tomé respiraciones profundas para controlar mi frustración y mi enojo.

Dediqué toda mi fuerza de voluntad a ducharme sin recurrir a masturbarme porque jodidamente me niego a hacerlo por ella.

Al salir, me sequé y fui a la habitación para vestirme.

Mi humor es un asco justo ahora.

Fui a mi despacho para servirme whiskey y sentarme en la silla.

Bebí de un solo trago.

Me llevé los dedos a la sien para comenzar a masajearme mientras cerraba los ojos.

No pude evitar gruñir cuando la puerta de mi despacho se abrió.

―He llegado a casa ―Escuché la voz de Samara―. Tengo una noticia espectacular.

No respondí, por lo que ella continuó hablando:

―Y ahora te daré la noticia genial a ti ―Se le escucha emocionada―. La señorita Feramore me ofreció ser coordinadora en una pasarela que organiza la casa de modas, será en París y estaré allá dos semanas. Además, si todo sale bien, participaré como diseñadora en la semana de la moda. ¿Puedes imaginarlo? ¿Yo participando en la semana de la moda? ¡Es un sueño!

Gruñí bajo.

―Al menos puedes fingir entusiasmo por mí.

La miré.

―¿Y aceptaste su propuesta?

Hizo un mohín.

―Aún no, me lo estoy pensando aunque sí deseo asistir ―Esta vez hizo una mueca―. Pero me frena la desconfianza que le tengo a ella y a su familia después de todo lo que tuviste sufrir por culpa de esa gente.

―Si es lo que quieres, no te detengas por mí.

―No es solo por ti, sino por la desconfianza que ella me da ―Se sentó en la silla frente a mí―. ¿Por qué me ofreció esto a mí de todas las personas que trabajan ahí? ¿Es verdad lo que opina de mi trabajo? ¿De verdad tengo el talento que ella dice que poseo?

―Tienes talento.

Sonrió enormemente.

―Pero no lo digas con tanta seriedad, hasta pareces enojado.

Suspiré con pesadez.

―Solo estoy cansado, tuve un día pesado en la central.

―Pues se nota, estás todo tenso ―Se encogió de hombros―. Deberías salir a distraerte.

El juego de Lucifer. Kde žijí příběhy. Začni objevovat