𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 54

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Cuando la reunión del consejo terminó, Sasuke hizo todo lo posible para no mirar a su padre, quién le estaba mirando con cautela mientras anunciaba sus planes al rey o a Naruto, cuyo sentimiento de traición se erigía en él mientras continuaba la reunión. Él trató de apresurarse a regresar a los cuarteles, pero se sorprendió cuando una mano le palmeó el hombro y le giró.

— ¿Wendlyn?— gruñó Naruto. Sasuke mantuvo su cara en blanco.

—Si ella es capaz de abrir el portal como lo hizo anoche, entonces creo que ella necesita salir del castillo por un tiempo. Por nuestro bien.

Naruto no podía saber la verdad.

—Ella nunca te perdonaría por echarla así, expulsándola de un país entero. Y de una manera tan pública, haciendo un espectáculo de todo ello. ¿Estás loco?

—No necesito su perdón. Y no quiero preocuparme sobre ella liberando una multitud de criaturas de otro mundo solo porque ella echa de menos a su amiga.

Él odiaba cada mentira que salía de su boca, pero cuando Naruto terminó de beber, sus ojos parecían brillar de rabia. Esto era otro sacrificio que él tendría que hacer; porque si Naruto no le odiaba, si él no quería que se fuera, entonces dejar Anielle sería mucho más difícil.

—Si algo le pasa a ella en Wendlyn, — refunfuñó Naruto, negándose a echarse atrás— lamentarás el día en que naciste.

Si algo le pasaba a ella, Sasuke estaba bastante seguro que también lamentaría ese día para siempre. Pero sólo dijo:

—Uno de nosotros tiene que empezar a hacer algo, Naruto. — y dicho eso se fue con paso airado.

Naruto no le siguió.

Estaba amaneciendo, cuando Sakura llegó a la tumba de Temari. La última nieve del invierno se había derretido, dejando el suelo árido y marrón, esperando por la primavera.

Hace unas horas, ella había zarpado a través del océano.

Sakura cayó de rodillas en la tierra húmeda e inclinó su cabeza ante la tumba.

Entonces dijo las palabras que había querido decirle la noche anterior a

Temari.

Las palabras que ella debería haber dicho desde el principio. Palabras que no cambiarían, sin importar lo que ella aprendió con la muerte de Temari.

—Quiero que sepas— susurró al viento, a la tierra y al cuerpo lejos, lejos enterrado bajo ella— que tenías razón. Tú tenías razón. Soy una cobarde. He estado huyendo por tanto tiempo que había olvidado que debo parar y luchar. Ella se dobló más profundamente, poniendo su frente contra la suciedad.

— Pero prometo, — respiró en el suelo— prometo que pararé. Prometo que nunca perdonaré, nunca te olvidaré lo que ellos te hicieron. Prometo que liberaré a Eyllwe. Prometo que veré la corona de tu padre de vuelta en su cabeza.

Ella se levantó, cogiendo una daga de su bolsillo y cortó una línea a través de su palma izquierda. La sangre brotó, brillando como rubíes contra el dorado amanecer, deslizándose hacia abajo por su mano cuando ella presionó su palma en la tierra.

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𝒞𝑜𝓇𝑜𝓃𝒶 𝒹𝑒 𝑀𝑒𝒹𝒾𝒶𝑜𝒸𝒽𝑒 - 𝐒𝐚𝐤𝐮𝐫𝐚 𝐇𝐚𝐫𝐮𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora