Lo lamento

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Las llamadas de Raúl hacia Rosario hubieran sido constantes, pero no fue así, el hombre sentía tanta culpa que no era capaz de acercarse a el, caminaba de un lado a otro, no dormía bien y salía muchas veces a comparar cosas lejos, solo para ver la casa de Rosario.

No tenía nadie con quien hablar de como se sentía, estaba echo polvo, y hablarle a Miguel luego de lo que paso no era opción, se sentía tan ansioso que comenzó a fumar y llego a un gran nivel de alcoholismo.

Borracho y deprimido se encerró en el baño, no tenía nadie a quien acudir, así que fue con la persona a la que el le deseo la muerte.

—Mi..Miguel.. contestaste.. —. Estaba casi pegado con la cabeza al inodoro.

Miguel había contestado de mala gana, y se asqueaba al escuchar como Raúl vomitaba y lloraba al mismo tiempo.

—Por dios que asco, ¿que quieres? —. Sonaba totalmente irritado por la llamada.

—Rosario ya no me quiere, la cague.. ¡La cague Miguel!, ¡¡CON LA ÚNICA PERSONA QUE ME AMO!! —. El llanto se volvió más alto y se pudo escuchar un golpe.

—Si Raúl, nadie —. Miguel rodó los ojos y volvió la vista al celular —. Seguramente la cagaste, siempre lo haces con la personas que te quieren.

—¿Tu no me quieres?.

—Raúl, yo te odio más que a nada en el mundo, mi vida es una mierda por las cosas que hice por ti, pero le hice cosas malas a Rosi por eso, así que no quiero que sufra.

—Lo siento tanto, Miguel, tanto, tanto, ta..tanto —. Se volvió a dar la cabeza contra la pared mientras lloraba desconsolado.

—Lamento esto pero.. ¡Por Dios, Raúl!, eres patético, llorando como una niña, ¿cuando serás un hombre de verdad?.

—¿No lo soy?.

—¡No!, deja de llorar como bebé y lo que sea que lastimo a Rosi para que te haya dejado así, ¡lo arreglas!, no estoy a favor de que complazca un hombre a una mujer, pero ninguna mujer se merece un hombre cobarde, maricon.

Raúl se quedo en silencio por un rato y echo un suspiro, calmando un poco su llanto, se paro y se sentó en el inodoro sacándose un poco las lágrimas.

—Lamento lo que te dije, Miguel.

—Ya es muy tarde Raúl, de todas formas no me importas, y mucho menos el imbécil de Vladimir, hago esto por que Rosi merece ser feliz, solo haz las cosas bien, fuera de eso, no te dejas coger.

—¿Quien me cogeria?.

—Rosario tiene pinta de las que te penetran.

—Rosario no tiene pene, Miguel.

—Lo se.

Raúl corto la llamada soltando una leve risa, no sabia que Miguel lo odiaba desde mucho tiempo, pero se sentía mejor, durmió un poco más esa noche, y al levantarse se encontró con Cris, se acerco a el y le preparo un vaso de leche caliente, luego se sentó a su lado en la mesa.

—¿Volvió tu papá?.

—No, no aun, pero eso no importa, ¿estas bien?.

Raúl echo un suave suspiro y miro a su hermanito con algo de pena, su boca se abría pero no salían palabras.

Luego de que Cris se sintiera mal por lo que paso le dijo a Raúl que todo estaba bien, que podía estar con Rosario, pero se sintió tan mal que sus brazos y manos pagaron las consecuencias del silencio, Raúl no contesto por el simple echo de que estuvieron en el hospital.

RarosWhere stories live. Discover now