Raúl del pasado

84 10 21
                                    

—¿Tu nueva amiga es la chica con la que me quieren casar? Raro —. Suspiro Miguel quien solo rayaba una hoja con unos cuantos lápices estando acostado en una hamaca paraguaya con Raúl a su lado.

—Ya se, no entiendo por qué no te cae bien —. Respondió Raúl moviéndose en la hamaca para sacar a su amigo.

—Las mujeres caen mal por naturaleza, no es nada nuevo, ¿por que te cae bien a vos?.

—No nos conocemos demasiado ¿si? Escuche a tus viejos hablar de ella y la quise conocer, ya sabes, para cuidar a mi amiguito ¿no? —. Raúl soltó una suave risa antes de abrazar a su amigo con fuerza.

—A mi papá no le gusta que me abraces Raúl... —. Sus mejillas tomaron un fuerte color rojo a pesar de que se dejaba rodear por los brazos de su amigo.

—Tu papá no quiere ni que respire cerca tuyo, estúpido —. Se separo del abrazo abruptamente y bajo, haciendo que el otro también cayera, quedando en el suelo—. La invite a que venga con nosotros.

—¿¡Que!?, ¿por que hiciste eso? Dijiste que nos íbamos a juntar con el borrachito que conociste hace poco, ¿te parece buen lugar para una mujer?.

—Va a estar bien, no te preocupes, yo la cuido —. Raúl le dio patadas suaves al chico como si se tratara de un animal muerto, haciendo que este se levantara con una sonrisa.

Las horas pasaron, era el momento de un poco de diversion, una fiesta en un edificio abandonado, no entraba nadie que no fuera mayor de dieciocho, incluso así a Mario no le importaba llevar a esos pobres pubertos a un lugar tan peligroso, estaba muy en su mundo para pensar en consecuencias.

Un simple paso fue suficiente para que la nariz de Miguel sintiera que era infectada por el aroma fuerte del vomito, el alcohol y incluso la mariguana, sus manos se mantenían agarrando a Raúl de los hombros para cuidarlo que no se escapara, bajo una de estas tomando de la mano a Raúl que más que aterrado parecía perdido en la "belleza" del lugar.

—Raúl no te sueltes, acá hay mucha gente rara...

—Me quiero divertir un rato, ¿no estaría bueno? Y se puede poner mejor cuando venga Rosario, todavía no hable con ella.

—Creo que deberíamos irnos, no podemos estar acá —. Trago en seco mientras daba miradas nerviosa a todo el lugar.

—No me digas que pensas que te van a robar o algo así —. Soltó una carcajada y tironeo al chico para ir más dentro de la fiesta.

—Callate, acá me asusta —. Apretó un poco la mano de su amigo con fuerza cuando de la nada pudo sentir el brazo de alguien más rodearlo por los hombros.

—¡Miguelito!, Raúlcito me contó mucho de vos, se la pasa besandote las patas, se nota que sos su sugar daddy —. Mario reía soltando su hediondo humo de mariguana en la cara del otro.

—Ay no... que asco —. Echo la cabeza para atrás buscando ayuda de Raúl, casi le da un paro al darse cuenta que se había ido, su respiración se quedó atorada en su garganta de inmediato.

—Veni, vos ya tenes diecisiete, vamos a darte unos porros, te va a encantar wacho.

—¡No hace falta! —. Miguel trataba de escapar buscando con algo de miedo a su persona especial entre la multitud, pero fue llevado por el mayor a tirones a un lado apartado con otras personas.

El sonido de la música resonaba en los oídos de Raúl, se sentó en un banco mirando al rededor, al principio todo estaba bien, pero se dio cuenta de que no era lo suficientemente sociable para siquiera dirigirle la palabra a alguien, pensaba hacer amigos, y claro que era obvio que no iba a poder a lograrlo.

RarosWhere stories live. Discover now