Secreto

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El aroma del desayuno fue absorbido por la nariz de la mujer mayor, sus ojos se abrieron y soltó algunos quejidos antes de tratar de abrazar a su novio, al ver que no estaba ahí fue a la cocina con una sonrisa en sus labios.

El hombre dio un chillido al sentir a Rosario abrazar su cintura y acomodarse contra su espalda, la mujer esparció besos por el hombro del hombre y luego paso su vista a su receta.

—¿Qué haces? —. Pregunto aún adormilada entre un bostezo.

—El desayuno, hoy es sábado, los fines de semana me gustaría cocinar —. Su tono era bajo, después de las burlas de Miguel por su fascinación con cocinar, sus mejillas se mantenían de un color algo rojo por la vergüenza.

—Aww, pero que tierno que eres, se nota que yo soy el hombre en la relación —. Le susurro mientras apretaba su cadera.

—No es para tanto —. Él soltó una risa aún avergonzado, le dio un dulce beso a la mujer y bajo la mirada al desayuno terminado —. Le traje un regalo a Vladi como disculpa.

—¿Disculparte?, Raúl, nunca le hiciste algo malo —. Despego ambas manos del hombre y le ayudo a llevar las cosas a la mesa.

—Golpeé a su papá, creo que me tiene miedo por eso, además me preocupa que Miguel se desquitara con él…

—No exageres, Miguel nunca lo golpearía —. La mujer le dio una palmada en la espalda y se sentó, viendo como Raúl llamaba a los niños.

—Supongo que tienes razón, aun así preferiría al menos darle algo como compensación, le gustaron los dinos de Cris.

Nuevamente todos comieron en tranquilidad, las mejillas del más pequeño se mantenían en un tono rosado y se veía feliz, se le notaba menos tímido y mientras desayunaba hablaba con Cris como si fueran amigos desde siempre.

Los dos adultos sabían que Miguel no iba a venir por él, así que luego de la cena dejaron a Cris con su vecina y subieron al niño al auto.

—Vladi, toma —. Raúl se agachó un poco y le dio un dinosaurio muy poco intimidante.

—Gracias —. El pequeño veía esto como el objeto más preciado que podía poseer.

Raúl sonrió bastante contento por tener esa respuesta, le dio una palmada en el brazo y este le hizo una mueca de dolor, se sobó el área, pero le sonrió apenado, Raúl quedo algo confundido y levanto como pudo a Vladímir para subirlo al auto, le puso el cinturón y fueron en marcha, pero el pequeño no parecía nada feliz.

—¿Tenía algo raro cuando lo ayudaste a bañar ayer? —. Susurro muy bajo acercándose a Rosario para que Vladímir no escuchara.

—¿Por qué lo preguntas? —. Respondió con expresión confusa.

—Solo le toqué el brazo y chilló...

—Te dije que Miguel no lo golpearía —. Ella frunció el seño aun con la mirada puesta en el camino, pero bajo el tono —. Tal vez apaga sus cigarrillos en él.

—Dios —. Raúl parecía bastante impactado y hasta decepcionado —. Bueno… Supongo que agradezco que al menos seas sincera con eso —. Apoyo su mano en la cara.

—¿Otra vez con eso?, te diré cuando pueda.

—No, no necesito que me lo digas, pero quiero que prometas que no es nada grave, no me gusta que me oculten cosas graves —. Mostraba nervios al decir esto, espero a que Rosario parara en la casa de su amigo y le tomo la mano.

Esta permaneció en silencio y echo un suspiro, luego sonrió y besos sus labios de manera dulce.

—Claro, te lo prometo.

RarosWhere stories live. Discover now