Capítulo 9 (Leire)

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A ver, relájate, Leire, gilipollas. Que no es para tanto. ¿O sí?

Joder, es que estoy nerviosa en verdad. No todos los días una se presenta delante de sus amigos a decirles que le gusta una chica de la pandilla y que es mutuo y que mientras ellos estaban en un concierto yo estaba teniendo una cita con ella.

Me sigue resultando raro... osea, pensar en Sara y en mí como una pareja (aunque aun no lo seamos, relax) o algo así romántico... no sé tío. Es verdad que he tonteado con mucha gente, pero no me había gustado nadie tanto y tan de verdad desde que estuve con Javi. El puto Javi. Hubo una época en que quería desesperadamente volver con él, luego pasé a odiarlo muchísimo cuando me di cuenta de lo enganchada que me tenía y lo cabrón que era. Bueno, y a mí todo el mundo me odiaba. "La puta de Calas" me escribieron un día en la pizarra de clase. Y debajo un dibujo mío con un montón de pollas alrededor. Todo por las cosas que él fue diciendo de mí... bueno, y porque la gente es gilipollas. Los que no se cebaban conmigo se callaban, y los profesores llamaban "tonterías de niños" a lo que era bullying. Me hacía la dura en el instituto y después en casa me pasaba la tarde llorando. Apenas estudiaba y repetí curso una vez. Y nunca les dije nada a mis padres, porque conociéndolos... creo que se habrían creído a los demás antes que a mí.

Dicen que la adolescencia es dura, pero la mía era una puta mierda... hasta que llegó Alan.

Apareció un día, callado, muy quieto, muy pensativo, con esos ojazos verdes y la mirada perdida. Al principio no hablamos, bastante tenía yo como para que otra persona más se metiera conmigo. Pero nos mirábamos, porque los dos solíamos estar solos todo el rato. Hasta que un día, Sonia, una de las chicas que más me molestaban, vino con otras dos que eran sus perrillos a insultarme por la cara. Yo ya llevaba años aguantando esas cosas diariamente, y al tercer "zorra" le di un puñetazo en la mandíbula. Se quedó en shock, supongo que las bullies nunca piensan que vas a responder, por eso siguen con lo suyo. Intentó hacer como que le daba igual, pero se le saltaron las lágrimas.

―Te voy a matar―me dijo, pero entonces apareció Alan, que lo había visto todo.

No dijo ni una palabra, simplemente se quedó de pie a mi lado, muy erguido y quieto, y después de mirarlo y fruncir el ceño, Sonia se fue, seguida de su séquito.

Miré a Alan y le di las gracias.

―No he hecho nada―me dijo, con una media sonrisa.

―Más que nadie nunca. Soy Leire―y le tendí la mano.

―Lo sé. Alan.

Y desde ese día ya no fui solo "la puta de Calas". A veces éramos "la puta y el chulo", "la zorra y el maricón" e incluso fuimos novios y hasta tuvimos un embarazo secreto y yo aborté en un hospital de Málaga. Es increíble lo que la gente imagina.

A pesar de eso, el tema del bullying mejoró bastante desde el día del puñetazo, y que ya no me vieran sola también ayudaba. Conocí a Mario y Bruno, que eran amigos, y luego llegó Emily. Sara vino después. Y ahora puedo decir que tengo un grupo de amigos. Y que, contra todo pronóstico, me he pillado de una de ellos. Me gustaría saber qué dirían de mí en el instituto el año que viene, pero por suerte ya se ha acabado.

Voy andando por la calle hacia el Marta's, donde he quedado con estos para darles la noticia. Sara va a ir por separado, porque si llegamos juntas ya va a ser evidente. Estoy nerviosa, pero a la vez muy ilusionada, y con miedo. Sara me gusta mucho. Es todo lo contrario que yo: más seria, callada, tímida... le gusta la música clásica y quiere ser bióloga, como la madre de Alan, Irene. Ella ha sido otro de mis grandes apoyos, porque cuando mis padres ni siquiera se daban cuenta de que tenía marcas en las manos de clavarme las uñas, ella me abrió las puertas de su casa y me llevó al médico más de una vez. No sé qué habría sido de mí sin ellos dos. Y encima ahora tienen que aguantar que el asqueroso ese esté aquí rondando...

Lluvia de veranoWhere stories live. Discover now