Capítulo 12 (Alan)

73 6 21
                                    


Tenía muchísimas ganas de estar así con Mikel, la verdad. Creo que no era consciente hasta ahora, pero llevamos todo el día juntos, ha conocido a mi familia, hemos pasado una tarde genial y no quería que se fuera. Me muero de ganas de dormir con él y... bueno...

― ¿Nos vamos a la cama? ―le digo, tras parar de besarle, y me tiembla la voz.

Él titubea un segundo, respirando entrecortado. Espero que no piense que quiero dormir, porque no es precisamente eso lo que quiero. Pero no, por su mirada parece que lo ha entendido. Igual era muy evidente, ¿no?

―Pero... tu madre...

― ¡Vamos! ―digo, agarrándole el brazo y tirando de él para levantarlo del sofá. Y al hacerlo no puedo evitar que la mirada se me vaya hacia abajo... porque la zona de su... entrepierna... abulta más de lo normal. Sí, he mirado varias (muchas) veces ahí desde que le conozco. Y esta vez... bueno...

Antes de que vayamos hacia la escalera para subir a mi cuarto, Mikel me coge la cara y me besa.

―Qué guapo eres, joder.

Yo sonrío, y seguramente me he sonrojado. Vuelvo a tirar de él y subimos los escalones comiéndonos a besos, pero procurando no hacer mucho ruido.

Al llegar a mi cuarto, cierro la puerta, Mikel me mira un segundo, después se lanza hacia mí y para mi sorpresa me agarra el culo con ambas manos. Vale, esto no me lo esperaba, pero... en realidad debería, ¿no? Bueno, mira, da igual, que no pare.

Me encanta Mikel. Lo adoro. Estoy... ¿enamorado de él? No lo sé, suena enorme, pero lo gritaría a viva voz ahora mismo... Aunque puede que no piense con claridad, porque estoy super cachondo.

Le empujo hacia mi cama mientras nos tocamos todo el cuerpo por encima de la ropa, y una vez tumbados, él debajo y yo encima, como en el sofá, muevo la mano intentando disimular cómo me tiembla (porque estoy muy nervioso) y le agarro la polla. Joder. Ya lo intuía, pero... parece grande. Creo que a partir de ahora voy a querer tener la mano ahí siempre.

A él parece gustarle, porque cierra los ojos brevemente y se muerde el labio. Luego me coge y me acerca para besarme, y nunca nos hemos besado de una formal tan... ¿salvaje? Pero me encanta, quiero seguir así toda la noche. Quiero estar así todas las noches.

De pronto suena un trueno y parece que el techo se nos va a caer encima, pero apenas le hacemos caso, y las tres horas siguientes, el sonido de la lluvia golpeando las ventanas y el suelo tapa nuestros gemidos y jadeos, y llega un momento en que estoy convencido de que estamos más empapados que el exterior.


Al despertarme, por un segundo pienso en lo mono que estará Mikel dormido, pero abro los ojos y es él quien me está mirando a mí, con esos ojos brillantes y una media sonrisa. Hemos dormido desnudos, muy cerca el uno del otro, pero hace mucho calor, y en algún momento nos separamos, así que ahora estamos tumbados de lado, uno enfrente del otro.

―Buenos días―me dice, sonriente, y esa voz me produce el típico escalofrío.

―Buenos días... qué guapo eres.

―Anda ya, Alan, si me acabo de despertar.

―¿Sí?

―Sí.

―No llevas mirándome de forma creepy una hora ni nada, ¿no?

―Qué va.

―Vale, vale.

Me acerco a él y le toco en el costado, donde sé qué tiene cosquillas, así que reprime un grito, se retuerce y me agarra las manos. Yo me río de él, se pone encima de mí y me da un beso muy suave y lento.

Lluvia de veranoWhere stories live. Discover now