| 16. Disaster |

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El ruido de la cafetería a las 12:40 había aumentado considerablemente en comparación con la tranquilidad que brindaba durante la madrugada. Choi Youngjae había llegado seis horas atrás y cada vez debía esforzarse un poco más por mantener la atención en lo que hacía.

"Why do I need you when I know it hurts me?"

El chico dejó el lápiz a un lado y observó su creación. Aquel verso era el fin de su canción, sin embargo, mientras más la leía y releía, más carta parecía. Movió su dedo en un vaivén constante contra el cuadernillo, sin saber cómo se sentía al respecto.

—Lo hicieron —escuchó una conversación ajena—, fue increíble. Las Stellas consiguieron el primer lugar, ahora solo 5 puntos las separan de los Aurums. La siguiente competencia estará muy reñida.

La vista de Youngjae se perdió entre sus letras. Los et Beat, el evento que conquistaba a todos dentro del campus; desde que había comenzado la temporada era todo de lo que se hablaba... pero a él no le importaba. Más bien, no le interesaba.

"I NEED U"

Cuando enfocó su visión, el título de su obra fue lo primero que llegó a él. Casi de inmediato, el olor a humo y la imagen de las llamas brotando de la acera le atacaron. Sacudió su cabeza ante el mal recuerdo y pasó la hoja en su cuadernillo. Hace mucho tiempo había dejado todo en el pasado, pero aún no era capaz de obtener una paz permanente. La blancura de la hoja pronto representó su mente, vacía, mas aún caótica.

Descansando la cabeza sobre su puño, alzó la vista. Fue ahí cuando la vio. Una chica llamó su atención. A pesar de su corto cabello, llevaba la mitad de este tomado de forma similar a un ovillo de lana en un intento en vano de mantenerse en orden. Llevaba mal puesta una camisa desabotonada sobre su remera y caminaba desconcentradamente, como si su cuerpo estuviese funcionando en modo automático.

Youngjae no le pudo sacar los ojos de encima, mucho menos cuando tomó asiento en la mesa frente a él. Entonces la analizó incluso más.

Ahora que estaba sentada, la chica había cubierto su rostro con las manos y respiraba cada vez más profundo y lento, aunque parecía una actividad compleja. Sus hombros temblaban con cada inhalación y todo su cuerpo se contraía con la exhalación. Luego de unos segundos, se levantó y escapó de la cafetería.

Por reflejo, Youngjae fue tras ella. Por algún motivo, había algo en su lenguaje corporal que no le había permitido simplemente dejarla ir como si nada. Ni siquiera lo había pensado, había sido tan solo un impulso.

Al salir movió la cabeza de un lado a otro, en busca de la chica. Jae Min se había escondido en uno de los pasillos, tomando asiento a un costado mientras seguía intentando controlar el ritmo de su respiración.

—Ten, dejaste esto —se aproximó a ella y le extendió un cuaderno.

Pero cuando la chica alzó la vista con sus ojos llorosos, solo vio una agenda de tapas negras que nunca había visto antes. Youngjae notó la mirada curiosa que le dedicaba.

—En realidad no —se encogió de hombros—, es mío. Pero te vi ahí dentro y quería una excusa para hablarte... ¿Estás bien?

Jae Min subió la vista un poco más, ahora haciendo contacto con los ojos del chico. No fue hasta ese momento en que Youngjae se cuestionó si lo que estaba haciendo era correcto. La chica claramente se mostraba reacia a su presencia, incluso parecía no comprender lo que estaba haciendo. Aunque no la culpaba; él tampoco lo sabía.

Entonces, sus ojos se conectaron con el brazo de ella. En el camino hasta el pasillo, Jae Min se había arremangado la camisa y ahora tenía su tatuaje expuesto.

Entre el silencio que los rodeaba, tomó asiento a su lado, dejó su agenda en el suelo junto a él y mantuvo su atención enfrente.

—Soy Jae Min —escuchó de repente a su lado.

Una corriente cálida y peculiar recorrió su cuerpo, pero no movió un músculo:

—Youngjae.

Luego, el silencio volvió a rodearlos. Tan solo aquel intercambio de nombres había sido suficiente para encerrarlos a ambos en sus mentes. Sin embargo, al poco tiempo el chico volvió al presente:

—¿Estás...?

—¿Alguna vez pensaste...? —interrumpió ella— No. ¿Alguna vez se te ha caído el mundo encima? Quizás todo el universo...

En cuestión de segundos, el fuego volvió a cruzar la mirada de Youngjae; el humo nubló sus sentidos y un peso golpeó su pecho. Se limitó a asentir.

—¿Recuerdas esa sensación? —ahora con la vista perdida, asintió de nuevo— Algo así es mi vida día a día.

El chico guardó silencio, sin saber con exactitud cómo interpretar lo que acababa de decir. Finalmente, se volteó a ella:

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

Jae Min correspondió su mirada.

—¿Por qué? —apoyó la mejilla en su puño— ¿Te dedicas a calmar huracanes?

—No, nunca lo he hecho —reconoció algo avergonzado—. Pero me gustaría intentar.

—Créeme, no quieres involucrarte con este desastre.

Youngjae volvió a guardar silencio. Las palabras de la chica habían dejado sus labios sin ningún rastro de vacilación. Por mucho interés que tuviese, sabía bien que no podría acercarse más allá de lo que ella le permitiera.

—¿Estudias?

Jae Min tenía sus ojos sobre la agenda entre ellos. Youngjae negó con la cabeza.

—No, son canciones.

—Vaya, un músico —volvió a poner su atención en él—. ¿Y de qué van?

El chico mantuvo el contacto visual unos segundos y luego vio su agenda, soltando una pequeña risa sin sentido. Entonces se encogió de hombros:

—Creo que todos somos un huracán conteniendo un gran desastre. Aunque algunos los notarás solo si estás dispuesto a conocerlos —apartó la vista y chasqueó la lengua.

»Requiere confianza y valor. Conocer no es tan solo mirar- ni siquiera observar o admirar. Te debes involucrar, mostrar interés, estar ahí. Conocer el desastre de alguien más no es solo un acto de liberación; solo un tonto husmea donde no le interesa.

—¿Me aceptarías una caminata?

Jae Min vio al chico con cierta incredulidad antes de sonreír. Ambos se levantaron del suelo y comenzaron a caminar por el campus sin un rumbo definido. Youngjae mantenía una leve sonrisa en su rostro a pesar de que ignoraba el motivo tras ella.

—Sabes que cometes una estupidez, ¿no? —preguntó Jae Min de repente— Involucrarte así con alguien que no conoces...

—Todo lo que sé... —le dio una cálida mirada— es que no es un error.

Sin embargo, su pecho latía con intensidad y su mente le pedía a gritos que se mantuviera al margen. Pero ya era tarde. Habían pasado meses desde la última vez que Choi Youngjae sintió tal calidez, temor, y paz al mismo tiempo.

Quizás ese era el mayor desastre.

LONE WOLF «Park Jimin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora