19: Justificaciones

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Al verse sola con su mente desde temprano, Keith se dirigió a la habitación de Jae Min. Necesitaba hablar del desorden que acababa de quedar en su realidad.

Aunque adormilada, la chica la recibió con gusto. Pringstone no tardó en comenzar a narrar todo lo sucedido, muy rápido y con trabas a momentos. Jae Min se obligó a despertar por completo en cuanto notó que sería la única forma en la que podría seguirle el ritmo a la historia de su amiga.

—¿Cómo te sientes con esto? —preguntó cuando Keith finalizó.

—No lo sé... —murmuró la chica, obteniendo un respiro después de minutos hablando sin parar. "No lo sé", había dicho, pero el recuerdo del cuerpo de Park Jimin sobre el suyo besando sus labios con cuidado, acompañado de aquel tacto que nunca creyó que podría tener alguien como él, le sacó una sonrisa embobada—. No... estoy segura...

—No lo sabes —Jae Min alzó una ceja viendo la expresión de su amiga—. Está bien, puedes tomarte el tiempo que necesites para aceptarlo.

—¿A qué te refieres...?

—¿Esto significa que irás a los et Beat?

La pregunta dejó a Keith en silencio, pensativa.

—Sí... pero hasta entonces, intentaré alejarme tanto como sea posible de todo lo relacionado a las fraternidades.

Fue así como Pringstone dejó pasar el tiempo lejos de la cultura fraternal del campus, concentrándose en las pocas clases que el lugar ofrecía. Luego de un par de días se vio a sí misma como Kihyun; con más trabajos de los que esperaba haber tenido. Sin embargo, siendo un centro de ayuda, la importancia del registro académico estaba en segundo plano, por lo que eran pocos quienes se preocupaban de ello en serio.

Cuando llegó el día en que la bandera volvió a aparecer en la cancha central por la mañana, supo que era la hora de enfrentar lo que había estado evitando hasta entonces. Park Jimin. El único chico al que había besado sin poder sacar de su cabeza luego.

Al atardecer buscó a Jae Min por todo el lugar, sin éxito, por lo que supuso que la encontraría en su punto preferido de la grada central. Sin embargo, iba tan concentrada en hallar su rostro entre la creciente multitud, que no notó al grupo de chicos frente a ella y acabó chocando con uno de ellos.

Nada más ni menos que Park Jimin.

En cuanto hicieron contacto visual, los recuerdos volvieron a su mente. Tan vívidos como si hubiese sido segundos atrás.

Keith sonrió leve, aunque no fue correspondida; Jimin había vuelto a tener un rostro serio e indiferente. El chico le dio una mirada de arriba abajo.

—Ten más cuidado —soltó.

—Sí, no, yo-... Iba... ¿cómo estás?

—¿Necesitas algo?

La pregunta la descolocó; luego de lo sucedido, no esperaba una actitud similar. Al no obtener una respuesta, Jimin tan solo dio media vuelta y se alejó con su fraternidad, dejando a Keith con un asfixiante nudo en la garganta.

El chico con el que había estado había vuelto a desaparecer.

Apartó la mirada con el estómago revuelto; una mezcla de incomprensión y molestia se concentraba en su interior. Las imágenes de la madrugada se reproducían simultáneamente por su cabeza junto con lo que acababa de pasar. Ahora, el recuerdo de sus delicados labios sobre los suyos parecía más una alucinación que algo real.

La competencia no tardó en volverse un evento sin relevancia, por lo que dejó el lugar en busca de un cambio de aire. Por inercia, su cuerpo se dirigió automáticamente hacia la cafetería; de alguna forma se había vuelto su refugio de emergencia, tal como lo era la cocina de su casa durante sus peores noches.

No obstante, a medio camino se encontró con Jae Min de frente. La sorpresa de verle allí aumentó en cuanto notó que a su lado iba un chico de cálida sonrisa.

—¡Keith! —sonrió ella— ¿Cómo estás?

La chica asintió en respuesta, aún intentando unir las piezas del nuevo rompecabezas. Jae Min no pareció comprender el origen de su ingenuidad, ya que no se molestó en hablar de la presencia del muchacho.

—Han puesto la bandera hoy, ¿la has visto? —continuó con ánimos— Es una lástima, no podré ir a ver la competencia esta vez... ¿me la resumes luego? —solo entonces notó la mirada perdida de su amiga— Oye, ¿está todo bien?

Ante la preocupación de Jae Min, Keith asintió nuevamente, despabilando.

—Sí, sí, yo... solo vine por algo de chocolate, ya sabes. No te preocupes, yo te actualizo.

Luego, antes de que la chica pudiese seguir dudando de su veracidad, Pringstone le dio un par de palmaditas en el hombro e ingresó a la cafetería, siguiendo su propia mentira. Dejó que su amiga volviese a lo que fuese que estuviese haciendo y se dirigió al mesón para pedir un par de barras de chocolate amargo. Si bien había renunciado a la idea de ser partícipe de la competencia de esa noche, después de unos minutos de reconsideración, el orgullo en su interior creció lo suficiente como para no permitir que la existencia de Park Jimin interrumpiera los planes que tenía desde un comienzo.

Decidida, regresó a la cancha y consiguió un puesto en la grada del centro, justo en primera fila. Para su suerte, los Aurums habían sido los encargados de abrir la noche, por lo que no tendría que enfrentarse a su presentación, sin embargo, no logró disfrutar el resto hasta que fue el turno de los PRIX.

El Mix Perfecto subió al escenario con una propuesta animada como de costumbre. Entre coreografías y dinámicas con los espectadores, cada integrante se ganó a más de una persona entre el público. Im Youngmin conectó su mirada con Keith en cuanto la halló en la multitud y sonrió, contagiándole su expresión y energía.

A pocos segundos de terminar la presentación, el chico le arrojó la gorra que llevaba puesta, haciendo una divertida interacción. Luego se juntaron en el centro para la pose final. Keith recuperó su sonrisa inevitablemente. Su voto de esa noche no tenía discusión.

Aunque el resto no estuvo de acuerdo; al final de la competencia el podio había quedado con las Stellas a la delantera, seguidas de los Aurums y los Exploziv. Sin embargo, para Keith solo había una fraternidad que había destacado, y se los haría saber.

Luego de que los resultados fueran revelados y los et Beat terminaran, se levantó de su asiento y rodeó el escenario. Llevaba el gorro de Youngmin en sus manos y sus ojos buscaban su rostro constantemente. Entonces, entre todas las fraternidades dispersándose tras bambalinas, chocó con un chico.

—Lo siento —se apresuró a disculparse.

Al dar media vuelta, notó que la persona a la que había golpeado era un Aurum; nada más ni menos que el chico con el que Jimin pasaba gran parte del tiempo. En cuanto lo reconoció, maldijo su suerte por lo bajo y volvió a voltearse para escapar del lugar.

—Keith.

Su voz era mucho más suave y armoniosa de lo que esperaba, pero fue suficiente para detener su andar con una corriente fría recorriendo su espalda:

—¿Cómo sabes mi nombre?

Cuando volvieron a hacer contacto visual, M.B guardó silencio. Su rostro se veía acomplejado, como si tuviese más de una idea batallando en su interior. Dudó unos segundos frente a una expectante Keith, y murmuró:

—No es tu culpa la forma en que actúa —suspiró intentando regalarle una pequeña sonrisa de consuelo—, tampoco lo voy a justificar.

—¿De qué...?

—Jimin sabe que está mal —soltó—, lo veo discutir consigo mismo en silencio... pero no es así porque quiere.

Keith apretó su mandíbula, intentando comprender qué era lo que sucedía. Las palabras de M.B habían llegado de forma inesperada, pero parecían traerle alguna de las respuestas que tanto había estado buscando.

LONE WOLF «Park Jimin»Where stories live. Discover now