11. Epiphany.

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'Just one single glimpse of reliefTo make some sense of what you've seen'

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'Just one single glimpse of relief
To make some sense of what you've seen'

Por el umbral de la ventana entra un rayo de sol que perturba mis ojos aún adormilados. Paso una mano por mi rostro tratando de incorporarme a la realidad y me doy cuenta de que el espacio que estoy ocupando en mi cama es más angosto de lo normal, así que caigo en cuenta de que, efectivamente hay alguien a mi lado. Pero esta vez, si sé quien es, y también se perfectamente lo qué pasó anoche.

Observo el rostro de Charles, iluminado por los rayos de sol que atraviesan el cristal. Se ve angelical. Mi rostro forma una leve sonrisa al ver cómo duerme plácidamente. Su pecho está desnudo, su mano está sobre su abdomen, y no hay ningún indicio de que esté pronto a despertar. Sin embargo, yo necesito empezar mi día de la mejor manera para amortiguar lo sucedido ayer por la noche.

Me levanto y me vuelvo a poner la ropa que hace unas horas Charles se encargo de sacar. Al recordar lo sucedido anoche, mi mente se vuelve a transformar en mi enemiga y me hace sentir profundamente culpable por eso. Porque, aunque él diga lo contrario, todos saben que se casará pronto con Charlotte, y eso me convierte a mi en el cuerno, y de tan solo pensarlo me da escalofríos.

Veo la hora en mi celular, son las 7 de la mañana. En tres horas más Camille tomará su vuelo hacia Paris, en donde estará significativamente más segura que aquí, en Mónaco. Sé que se despertará pronto, si es que no está despierta ya, y me preocupa que sepa de la presciencia de Charles en el apartamento. Me advirtió que lo mejor era olvidarme de él y no meterme en problemas, a lo cual yo accedí, dándole la razón.

Y cómo si de telequinesis se tratara, siento a mis espaldas como es que Charles poco a poco se va despojando de su sueño. Me doy la vuelta y ahí lo veo, tal como lo vi esa mañana en la habitación del hotel, con su cara adormilada y su pelo perfectamente desordenado. Solo que esta vez, no huiré, o por lo menos, no por ahora.

- Hola.- Susurra, estirando su cuerpo y dando un gran bostezo.

- Buenos días.- Digo.

Él toma asiento en la cama y me observa con una leve sonrisa. Yo sonrío también, pero por dentro estoy totalmente confundida por lo qué pasó anoche.

- ¿Como estás?- Pregunta, aún observándome.

Yo solo estoy con una camiseta puesta, dejando la parte inferior de mi cuerpo solo con ropa interior, por lo que desvío mi mirada con algo de pudor.

- Estoy mejor, gracias.- Digo genuinamente. Con el sentimiento de culpa aún atascado en mi garganta.

- ¿Que hora es?- Pregunta levantándose de la cama.

- Son las 7. ¿Ya tienes que irte?

Él tarda unos segundos en responder. Sus ojos se vuelven a encontrar con los míos, y como en todas las veces, mi estomago siente revoloteos. Su mirada delata que no quiere irse, como yo no quiero que se vaya. Pero mi racionalidad en estos momentos trabaja por sobre mi emoción, diciéndome que mientras más antes se vaya, mejor.

Ley Ferrari | Charles LeclercTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon